Trump «pausa» durante 90 días algunos aranceles, pero, ¿cómo esto afecta a la canasta básica de los estadounidenses?. Aún así, los mercados financieros logran un repunte histórico tras el anuncio del presidente.
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En un giro inesperado, el presidente Donald Trump anunció una pausa de 90 días en la imposición de algunos aranceles a bienes importados, una medida que excluye a China pero exime a México y Canadá, según confirmó la Casa Blanca.
Aunque la decisión ha sido recibida con un repunte histórico en los mercados financieros, la incertidumbre que rodea las políticas comerciales de Trump sigue afectando a los estadounidenses, especialmente en lo que respecta a los costos de la canasta básica. ¿Qué significa esta pausa para el ciudadano promedio? La respuesta no es tan sencilla como parece.
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La administración Trump ha estado navegando por aguas turbulentas en materia de política comercial desde su regreso al poder. Apenas unas semanas atrás, el presidente había intensificado su retórica proteccionista, amenazando con aranceles de hasta un 25% sobre importaciones clave, como el acero y el aluminio, provenientes de múltiples países. Sin embargo, la presión de los mercados financieros, particularmente el mercado de bonos –considerado un refugio seguro–, parece haber forzado un cambio de rumbo.
En su anuncio, Trump señaló que la pausa de 90 días busca «dar un respiro» a la economía estadounidense mientras se renegocian acuerdos comerciales. México y Canadá, socios clave en el marco del T-MEC, quedaron exentos de esta medida, una decisión que alivia las tensiones en América del Norte. Sin embargo, China no corrió con la misma suerte: los aranceles contra el gigante asiático no solo se mantienen, sino que se incrementarán al 125% en represalia por las tarifas que Pekín impuso a productos estadounidenses.

El impacto inmediato de este anuncio fue un repunte histórico en los mercados financieros. El índice S&P 500, que había mostrado signos de estancamiento en las últimas semanas, registró un alza significativa, impulsado por la reducción de la incertidumbre comercial a corto plazo. Los inversionistas celebraron la noticia, interpretándose como una señal de que Trump podría estar dispuesto a moderar su postura más agresiva. No obstante, analistas advierten que esta euforia podría ser pasajera si la indecisión del presidente persiste.
Para los estadounidenses de a pie, el verdadero impacto de esta pausa arancelaria se sentirá –o no– en los precios de la canasta básica. Productos como alimentos, ropa y artículos electrónicos, muchos de los cuales dependen de cadenas de suministro globales, han estado bajo presión debido a las políticas comerciales de Trump.
La amenaza de aranceles más altos había generado temores de inflación, especialmente en bienes de consumo cotidiano que se importan de países afectados por las medidas proteccionistas.
Con la pausa de 90 días, los consumidores podrían disfrutar de un alivio temporal. Por ejemplo, productos agrícolas y manufacturados provenientes de México, como aguacates, tomates o autopartes, no enfrentarán costos adicionales, lo que podría estabilizar los precios en los supermercados y las tiendas de conveniencia.
Sin embargo, la exclusión de China de esta tregua plantea un problema: muchos bienes de bajo costo, desde electrodomésticos hasta ropa, provienen de este país. Con aranceles que alcanzan el 125%, es probable que los precios de estos artículos sigan subiendo, afectando particularmente a las familias de bajos ingresos que dependen de ellos.
«Esta pausa es una victoria a medias», explica Laura Simmons, economista de la Universidad de Georgetown. «Sí, evita un golpe inmediato a la economía, pero la guerra comercial con China sigue siendo un elefante en la habitación. Los estadounidenses no van a sentir un cambio significativo en su bolsillo mientras los costos de producción sigan subiendo».
La decisión de pausar los aranceles no es un hecho aislado, sino parte de un patrón de imprevisibilidad que ha caracterizado la gestión de Trump. Desde su primera presidencia, el magnate ha alternado entre amenazas de medidas drásticas y retrocesos tácticos, lo que ha generado una creciente desconfianza entre los ciudadanos y los actores económicos.
Las encuestas recientes reflejan esta frustración: aunque sus seguidores más leales defienden su estilo de liderazgo, una mayoría de estadounidenses percibe su indecisión como un obstáculo para la estabilidad económica.
El caso de los aranceles es un ejemplo claro. Hace apenas un mes, Trump prometía «proteger a los trabajadores estadounidenses» con barreras comerciales agresivas. Ahora, bajo la presión de los mercados y de figuras influyentes como el inversionista Bill Ackman –quien públicamente aconsejó una pausa–, el presidente ha optado por un enfoque más cauteloso. Este vaivén genera incertidumbre no solo para los consumidores, sino también para las empresas que dependen de una política comercial coherente para planificar sus operaciones.
La exención de México y Canadá ha sido recibida con alivio en ambos lados de la frontera. Para México, que envía cerca del 80% de sus exportaciones a Estados Unidos, evitar aranceles adicionales protege sectores clave como la agricultura y la manufactura. Canadá, por su parte, mantiene su posición como proveedor esencial de materias primas y energía. Sin embargo, la pausa de 90 días no garantiza una solución a largo plazo, y ambos países permanecen atentos a los próximos movimientos de Trump.

90 DÍAS
A medida que los 90 días avancen, los estadounidenses observarán de cerca si esta pausa se traduce en beneficios tangibles o si, por el contrario, la indecisión de Trump seguirá pesando sobre sus bolsillos. Los mercados financieros, por ahora, celebran el respiro, pero la amenaza de una escalada con China y la falta de un plan claro mantienen la incertidumbre en el aire. Para el ciudadano común, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cuándo dejará la Casa Blanca de jugar con la economía como si fuera una partida de póker?