Los mensajes de texto con enlaces sospechosos, las llamadas de supuestos agentes del IRS o el Servicio de Inmigración y los correos que prometen premios inexistentes tienen un blanco claro: la población de la tercera edad. El fraude a personas mayores está creciendo en Estados Unidos, y el condado de San Benito no es la excepción.
Según el informe más reciente del FBI, el fraude contra personas mayores representó 3.4 millones de dólares del total de más de 12.5 millones en pérdidas reportadas en el país durante el último año. La agencia advierte que este tipo de delitos está en aumento, en especial aquellos relacionados con suplantación de identidad, fraudes tecnológicos y estafas relacionadas con criptomonedas.
Fraude a personas mayores: una amenaza en llamadas, correos y mensajes
“No hay una sola forma de estafa”, afirmó Kaleb Simpson, agente del sheriff del condado de San Benito. “Algunas estafas te piden que pagues por soporte técnico o para evitar la deportación. Otras te acusan de tener deudas con el IRS y te presionan para saldarlas en el momento”.
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Simpson ha visto cómo incluso el Departamento del Sheriff ha sido falsamente representado por estafadores que llaman a residentes para amenazarlos con multas o arrestos. En 2021, utilizaron el nombre del entonces capitán Tom Keylon; en 2022, el del teniente Tomás Corral.
Los estafadores suelen comprar números telefónicos de fuentes extranjeras o hackear sitios web para recopilar información. Muchas veces llaman al azar, esperando que del otro lado haya una víctima vulnerable.
“Cualquier número puede ser objetivo”, advirtió Simpson. “Pero las personas mayores están especialmente expuestas, ya que pueden no reconocer las señales de alerta de una estafa”.
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Fraude a personas mayores: cómo operan los estafadores
El fraude a personas mayores se presenta de distintas formas, pero las más comunes incluyen el phishing (engaños para obtener información confidencial) y la suplantación de identidad (cuando alguien finge ser una fuente confiable para manipular a la víctima).
Christina Andrade, consultora familiar del Centro de Proyectos de Salud, ha trabajado con adultos mayores en el condado de San Benito y señala que muchas veces las víctimas ni siquiera saben que están siendo estafadas hasta que ya es demasiado tarde.
“La gente está siendo engañada por teléfono, por mensajes de texto o incluso por correo tradicional”, explicó. “Y recuperar el dinero es casi imposible, porque muchos de estos estafadores ni siquiera están en Estados Unidos”.
Una táctica común es hacerse pasar por representantes del Seguro Social para solicitar el número de identificación del beneficiario. Con esa información, los delincuentes pueden abrir cuentas de crédito, realizar fraudes con Medicare o cargar gastos por equipos médicos que nunca llegan al destinatario.
“Si alguien afirma trabajar para el Seguro Social, no debería necesitar tu número, ya lo tendría”, subrayó Andrade. “Y si te piden esa información, algo anda mal”.
Qué hacer ante un intento de fraude a personas mayores
Simpson recomienda colgar de inmediato si una llamada suena sospechosa. “Si alguien dice: ‘No me cuelgues’ o te exige que pagues de inmediato, probablemente es una estafa”, explicó. “Lo mejor es cortar la comunicación y reportarlo”.
Además de alertar a la policía local, también es importante notificar al banco o a la compañía de tarjetas de crédito en caso de que se haya proporcionado información personal. Andrade insiste en que las víctimas no deben sentirse avergonzadas: denunciar es clave para detener la cadena.
“Es difícil admitir que te engañaron, pero no hay vergüenza en reportarlo”, agregó Simpson. “Todos somos vulnerables en algún momento, y solo denunciando es posible rastrear a los culpables”.
Las denuncias pueden hacerse a través del Centro de Quejas contra Delitos en Internet (IC3), una herramienta del FBI que permite reportar fraudes en línea, y que cuenta con sistemas de rastreo para detectar llamadas desde centros delictivos en el extranjero.
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Cómo protegerse del fraude a personas mayores
La educación es la primera línea de defensa. Saber qué preguntas no se deben responder y qué señales indican un posible engaño puede evitar pérdidas económicas y emocionales.
“Si alguien consigue los datos de tu cuenta bancaria o tarjeta de crédito, pueden vaciarla en minutos”, advirtió Andrade. “Y muchas personas mayores no tienen cómo recuperarse financieramente”.
El llamado a la acción es claro: hablar del fraude a personas mayores es urgente, no solo para prevenir nuevas víctimas, sino para proteger la autonomía y el bienestar de una generación que merece seguridad y respeto.