Trump da giro inesperado con China al asegurar que «bajarán sustancialmente» los aranceles del 145%, ¿cómo beneficia a la economía de EE.UU.?. País oriental se muestra abierto a conversar, ¿qué garantizaría una tregua sostenible?
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La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ha mantenido en vilo a los mercados globales, dio un giro inesperado esta semana. El presidente Donald Trump anunció que los aranceles impuestos a las importaciones chinas, que alcanzaron un récord del 145%, “bajarán sustancialmente, pero no serán cero”. Esta declaración, acompañada de una apertura al diálogo por parte de China, ha generado un alivio en Wall Street y plantea preguntas sobre cómo esta decisión podría beneficiar a la economía estadounidense y qué condiciones garantizarían una tregua sostenible.
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La declaración de Trump de moderar los aranceles llega tras meses de tensiones que han golpeado a consumidores y empresas en ambos países. Los aranceles del 145%, que incluían un 125% anunciado recientemente más un 20% previo por la crisis del fentanilo, elevaron significativamente los costos de productos chinos en EE.UU., desde electrónicos hasta juguetes. Según estimaciones de la Reserva Federal, estas medidas amenazaban con incrementar la inflación hasta un 5%, afectando el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses.
Reducir los aranceles podría aliviar esta presión inflacionaria. “Aproximadamente el 60% del costo de los aranceles se traslada al precio final, mientras que el resto lo absorben los márgenes de importadores o exportadores”, señala un análisis de CaixaBank Research. Una disminución sustancial de las tasas permitiría a los consumidores estadounidenses acceder a bienes más baratos, desde smartphones (73% de los cuales provienen de China) hasta consolas de videojuegos (87% de origen chino).
Además, la moderación arancelaria beneficia a las empresas estadounidenses que dependen de cadenas de suministro chinas. Gigantes como Apple, que ensamblan el 90% de sus teléfonos en China, han enfrentado retrasos en aduanas y restricciones no arancelarias impuestas por Pekín en represalia. Una tregua comercial podría estabilizar estas operaciones, reducir costos logísticos y mejorar los márgenes de ganancia, lo que a su vez impulsaría la confianza de los inversores. Esto se reflejó en Wall Street, donde el S&P 500 y el Nasdaq subieron cerca del 1% tras el anuncio, con empresas tecnológicas como Apple ganando un 4.5%.
Por otro lado, la distensión podría mitigar el riesgo de recesión. Goldman Sachs había elevado la probabilidad de una recesión en EE.UU. al 45% debido a los aranceles, que amenazaban con reducir el crecimiento económico en un 0.5% a 0.6%. Una reducción de las tensiones comerciales podría revertir esta tendencia, preservando empleos y estimulando el consumo interno.
China, que había respondido a los aranceles estadounidenses con gravámenes del 125% y medidas no arancelarias como restricciones a las exportaciones de tierras raras, mostró una postura más conciliadora. Pekín designó a Li Chenggang como nuevo representante comercial y expresó que está dispuesto a negociar, siempre que las conversaciones se basen en “respeto, coherencia y reciprocidad”.
Para garantizar una tregua sostenible, expertos sugieren varias condiciones clave. Primero, ambas partes deben establecer un marco de negociación claro. China ha señalado que Trump podría querer ser su propio negociador, lo cual choca con su estructura burocrática. Designar un contacto estadounidense oficial, como el representante comercial Jamieson Greer, podría agilizar el proceso.
Segundo, un acuerdo debe abordar las asimetrías comerciales sin recurrir a medidas punitivas. Scott Bessent, secretario del Tesoro, aboga por un “reequilibrio del comercio” en lugar de una desvinculación total. Esto podría incluir compromisos chinos para aumentar las importaciones estadounidenses, como los que Tailandia y Filipinas han ofrecido en el marco de la ASEAN.
Tercero, la cooperación multilateral es esencial. La Unión Europea, que ha logrado una pausa de 90 días en los aranceles recíprocos, propone negociaciones a nivel de expertos para encontrar soluciones “mutuamente beneficiosas”. Involucrar a organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC) podría ayudar a establecer normas que eviten futuras escaladas.
Finalmente, ambos países deben abordar las medidas no arancelarias, que a menudo son más dañinas que los propios aranceles. China ha restringido exportaciones de materias primas críticas y suspendido importaciones agrícolas estadounidenses, afectando a estados republicanos clave. EE.UU., por su parte, ha añadido empresas chinas a su “lista de entidades”, limitando su acceso a tecnología. Un acuerdo que elimine estas barreras podría desbloquear el comercio bilateral.
El anuncio de Trump desató un repunte en los mercados. El Dow Jones subió 619 puntos (1.56%), el S&P 500 un 1.81% y el Nasdaq un 2.06%, impulsados por la exención de aranceles a productos tecnológicos chinos y las declaraciones optimistas de la Reserva Federal. Sin embargo, los inversores siguen cautelosos. “Cualquier anuncio de Trump sobre aranceles puede hacer que las acciones suban o bajen”, advierte la BBC.
La incertidumbre persiste porque los detalles de la reducción arancelaria no han sido especificados. Paul Ashworth, de Capital Economics, sugiere que Trump podría volver a un arancel universal del 10%, pero las negociaciones con China podrían prolongarse. Además, la retórica agresiva de algunos miembros del gabinete de Trump podría complicar el diálogo, ya que China percibe estas posturas como una falta de coherencia.
Hacia un comercio más equilibrado
La guerra de aranceles ha expuesto las vulnerabilidades de la interdependencia económica entre EE.UU. y China, pero también ha abierto una ventana para redefinir su relación comercial. Una reducción sustancial de los aranceles, combinada con negociaciones basadas en el respeto mutuo, podría estabilizar los mercados, reducir la inflación y prevenir una recesión global. Para los consumidores estadounidenses, esto se traduciría en precios más accesibles y mayor confianza en la economía. Para las empresas, significaría cadenas de suministro más predecibles y oportunidades de crecimiento.
El camino hacia una tregua sostenible no será fácil, pero el compromiso de ambas partes de sentarse a la mesa es un primer paso prometedor.