El brote de sarampión en EE.UU. ha superado los 1.000 casos confirmados desde marzo, según reportes oficiales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Aunque Texas sigue siendo el epicentro del brote, la enfermedad se ha extendido a al menos 30 estados del país, afectando zonas urbanas clave y elevando el nivel de alerta sanitaria en varias jurisdicciones.
Uno de los casos más recientes que generó preocupación ocurrió en el Aeropuerto Internacional O’Hare de Chicago. De acuerdo con el diario Daily Mail, una persona infectada transitó por la Terminal 1 entre el 22 y 23 de abril. La exposición potencial del virus afectó a cientos de personas que pudieron estar en contacto en esa ventana de tiempo. Posteriormente, la persona fue diagnosticada y aislada en su domicilio antes de ser ingresada voluntariamente a un hospital local el 28 de abril.
La alerta sanitaria en Chicago se amplió tras detectarse la presencia del virus en otros espacios públicos, incluyendo una biblioteca pública, un restaurante de comida saludable y dos estaciones de servicio. Las autoridades instaron a quienes estuvieron en estos lugares a consultar con un médico si presentan síntomas compatibles con sarampión, como fiebre alta, tos persistente, secreción nasal, conjuntivitis y la clásica erupción cutánea.
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El brote de sarampión en EE.UU. ha reactivado protocolos de emergencia en aeropuertos internacionales y sistemas de transporte interestatal, ya que el virus puede transmitirse por el aire y mantenerse activo durante varias horas en espacios cerrados.

Texas concentra la mayoría de casos en el brote de sarampión en EE.UU.
Hasta el 10 de mayo, los CDC han contabilizado 1.001 casos de sarampión, de los cuales 709 se registraron en Texas, particularmente en el condado de Gaines. Esta región ha sido señalada por sus bajas tasas de vacunación, especialmente dentro de comunidades religiosas como la menonita, conocidas por sus reservas frente a la medicina moderna.
Las comunidades menonitas, que viven en aislamiento parcial y practican un estilo de vida austero, representan un entorno propicio para la propagación del virus debido a su limitada exposición a campañas de vacunación y su escaso contacto con el sistema de salud convencional. En estos entornos, la inmunización infantil no es prioritaria, lo que ha contribuido significativamente al auge del brote actual.
El CDC ha confirmado al menos 14 brotes activos en distintos estados, definidos como tres o más casos relacionados entre sí. El 92% de los casos confirmados están vinculados a estos brotes localizados, lo que indica una propagación sostenida en comunidades específicas. De los pacientes diagnosticados, el 97% no contaban con la vacuna contra el sarampión, una cifra que subraya la urgencia de retomar las estrategias de inmunización pública.
El brote ha provocado tres muertes, incluida la de un menor no vacunado, y al menos 94 hospitalizaciones, la mayoría de ellas de niños pequeños o personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Vacunación, desinformación y desafíos frente al brote de sarampión en EE.UU.
El brote de sarampión en EE.UU. también ha reabierto el debate sobre la desinformación relacionada con las vacunas. Movimientos antivacunas, así como algunas comunidades religiosas, han promovido discursos contrarios a la inmunización, dificultando el control de enfermedades que ya habían sido eliminadas del país.
Pese a que el sarampión fue oficialmente declarado eliminado en Estados Unidos en el año 2000, su reaparición en brotes recientes —como el de 2019 y el actual en 2025— revela una brecha crítica en la cobertura de vacunación. La resistencia de ciertos sectores sociales, sumada a la disminución del presupuesto federal y estatal para campañas de inmunización, ha dejado a miles de personas expuestas.
Uno de los casos más polémicos es el del actual secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien en el pasado fue una figura destacada del movimiento antivacunas. Durante su audiencia en el Senado en enero de 2025, aseguró que como funcionario no promoverá ninguna medida que desaliente la vacunación. Sin embargo, bajo su liderazgo, el Departamento de Salud ha sufrido recortes presupuestarios en programas clave, según informes de The New York Times y Politico.
En paralelo, los CDC y organizaciones médicas continúan alertando sobre el riesgo que implica una cobertura de vacunación inferior al 95%, el umbral mínimo necesario para mantener la inmunidad colectiva. En algunos estados, esa cifra ha caído por debajo del 85%, especialmente entre niños en edad escolar.
La importancia de prevenir nuevos brotes de sarampión en EE.UU.
El avance del brote ha obligado a varios estados a reforzar campañas de concientización sobre el sarampión y la vacunación, sobre todo en comunidades vulnerables o con bajo acceso al sistema de salud. Se han establecido clínicas móviles en zonas rurales y suburbanas, y los departamentos de salud están utilizando redes sociales y medios locales para contrarrestar los efectos de la desinformación.
También se está evaluando reintroducir medidas obligatorias de vacunación para acceder a escuelas públicas, como ocurrió en 2019 en Nueva York. En Illinois, por ejemplo, ya se exige una declaración médica certificada para eximir a los niños de la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola).
El brote de sarampión en EE.UU. no solo representa un problema de salud pública inmediato, sino también un llamado de atención sobre la fragilidad del sistema ante el auge de la desinformación y la politización de la ciencia médica. Los expertos coinciden en que sin una respuesta contundente basada en evidencia y salud preventiva, estos brotes seguirán resurgiendo de manera cíclica.