La Administración Trump desató una nueva controversia al anunciar la revocación de la certificación federal que permitía a la Universidad de Harvard aceptar y retener a estudiantes internacionales. La medida fue confirmada este jueves por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, liderado por Kristi Noem, quien acusó a la institución de permitir actividades ilegales, simpatías con Hamas y prácticas discriminatorias bajo políticas de diversidad, equidad e inclusión.
Según el comunicado oficial, Harvard “ya no puede matricular a estudiantes extranjeros y los estudiantes internacionales existentes deben transferirse o perder su estatus legal en el país”. La decisión representa una escalada sin precedentes en el enfrentamiento entre el Gobierno de Donald Trump y las universidades estadounidenses, especialmente las consideradas liberales o progresistas.
Harvard tiene 6.763 estudiantes internacionales en su matrícula, que representan 27,2 % en el año escolar 2024-25, según datos de la universidad. Mientras que la población estudiantil matriculada que se identifica como hispana o latina es del 9,22 %, según cifras de Data USA.
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Además, en 2024, Harvard —la segunda mejor universidad de Estados Unidos, según el ranking de QS— aceptó al mayor número de estudiantes que se identificaron como latinos, con un 16 % de sus admisiones, lo que representó un aumento con respecto al 14 % del año anterior, según cifras publicadas por la gaceta de Harvard.

LA PROHIBICIÓN A HARVARD DE MATRICULAR ESTUDIANTES INTERNACIONALES GENERA PREOCUPACIÓN GLOBAL
La prohibición a Harvard de matricular estudiantes internacionales ha provocado una reacción inmediata de académicos, defensores de los derechos humanos y representantes de otros centros educativos, tanto en EE.UU. como a nivel internacional. La propia universidad calificó la acción de “ilegal” y “represiva”, y aseguró que se encuentra evaluando todas las vías legales posibles para revocar la decisión.
Jason Newton, portavoz de Harvard, expresó que esta medida “atenta directamente contra la misión académica y de investigación de la universidad” y que “la comunidad internacional no solo enriquece a Harvard, sino a toda la nación estadounidense”. Asimismo, agregó que ya se está brindando orientación legal y emocional a los estudiantes afectados.
El profesor Jason Furman, economista de Harvard y exasesor de la administración Obama, calificó la medida como “horrenda en todos los sentidos” y advirtió que, de aplicarse, podría dañar gravemente el liderazgo académico global de Estados Unidos. “La educación superior es una de las principales exportaciones del país. Afectar su imagen y funcionamiento debilita también nuestro poder blando”, señaló.
Además, según fuentes internas de la universidad, varios laboratorios de investigación podrían cerrar o reducir drásticamente sus operaciones si la comunidad estudiantil internacional abandona el campus. Investigadores y estudiantes de doctorado extranjeros forman una parte esencial del ecosistema científico de Harvard.
TRUMP Y SU GUERRA CONTRA LAS UNIVERSIDADES: EL CASO HARVARD Y LOS ESTUDIANTES INTERNACIONALES
Esta prohibición a Harvard de matricular estudiantes internacionales se enmarca en un contexto más amplio de tensiones entre la administración de Donald Trump y las universidades de élite. Desde su retorno al poder en enero de 2025, el presidente republicano ha iniciado una campaña contra lo que denomina “activismo radical antisraelí” en los campus, vinculado a protestas estudiantiles sobre la guerra entre Israel y Hamas.
La secretaria Kristi Noem envió en abril un ultimátum a Harvard, exigiendo datos detallados sobre la conducta de los estudiantes internacionales y sus presuntos vínculos con protestas que calificó de “ilegales y violentas”. Ante la negativa de la universidad a entregar dicha información, el Departamento de Seguridad Nacional procedió a cancelar su certificación bajo el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP, por sus siglas en inglés).
La portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, respaldó la decisión indicando que “matricular a estudiantes extranjeros es un privilegio, no un derecho” y afirmó que Harvard “ha fracasado en proteger a los estudiantes estadounidenses al permitir un entorno hostil, proterrorista y antisemita”.
Este movimiento no solo ha generado un debate constitucional sobre la autonomía universitaria, sino que también ha puesto en riesgo miles de carreras académicas y científicas de jóvenes provenientes de todo el mundo. Diversos gobiernos, incluyendo los de India, Brasil, Alemania y México, han expresado su preocupación ante el impacto de esta decisión y evalúan acciones diplomáticas para proteger a sus ciudadanos.

¿QUÉ IMPLICACIONES TIENE LA PROHIBICIÓN A HARVARD DE MATRICULAR ESTUDIANTES INTERNACIONALES PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EE.UU.?
La decisión de Trump de prohibir a Harvard matricular estudiantes internacionales no solo tiene implicancias para la institución en sí, sino que también puede sentar un precedente preocupante para otras universidades estadounidenses. Actualmente, más de un millón de estudiantes internacionales cursan estudios superiores en Estados Unidos, lo que representa una fuente de ingresos superior a los 32 mil millones de dólares anuales para el país, según el Institute of International Education (IIE).
Harvard es uno de los principales destinos académicos para estudiantes internacionales de América Latina, Asia y Europa. Programas de maestría y doctorado, especialmente en ciencias, tecnología y políticas públicas, dependen en gran medida de la diversidad global de su alumnado. Limitar el acceso a esta comunidad no solo representa una pérdida educativa, sino también económica y diplomática.
En paralelo, la Asociación Americana de Universidades (AAU, por sus siglas en inglés) ha condenado enérgicamente la medida, señalando que “socava la reputación global de Estados Unidos como centro de innovación y excelencia académica”. Algunas universidades como MIT, Yale y Stanford también han mostrado su solidaridad con Harvard, comprometiéndose a defender los principios de inclusión y libertad académica.
A nivel legal, expertos constitucionalistas indican que esta acción podría ser combatida en tribunales por violar la Primera Enmienda y otras protecciones relacionadas con la educación y los derechos civiles. La propia Universidad de Harvard ya ha ganado casos en el pasado frente a decisiones del Ejecutivo federal, incluyendo uno en 2020, cuando el Gobierno de Trump intentó implementar reglas similares durante la pandemia de COVID-19
Los efectos de la prohibición podrían sentirse más allá del campus de Cambridge. Miles de jóvenes de todo el mundo ven en Estados Unidos un destino académico de excelencia. Al cerrarse estas puertas, otras naciones como Canadá, Alemania, Australia o el Reino Unido podrían beneficiarse al recibir a estudiantes rechazados por las nuevas políticas migratorias y educativas estadounidenses.
