La variante NB.1.8.1 del COVID-19 ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias globales tras detectarse en múltiples países, incluyendo Estados Unidos, donde ya se reportan casos desde finales de marzo.
Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta variante, que ha causado un aumento significativo de casos en China, Hong Kong y Taiwán, se identificó en viajeros internacionales que llegaron a aeropuertos en California, Washington, Virginia y Nueva York entre abril y mayo de 2025. Aunque los niveles de COVID-19 en EE.UU. permanecen bajos, la rápida propagación de NB.1.8.1 en Asia y su alta transmisibilidad han generado preocupación entre los expertos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado esta nueva variante como una «Variante Bajo Monitoreo» (VUM, por sus siglas en inglés), lo que indica que tiene mutaciones que podrían impactar su comportamiento, pero aún no representa un riesgo global alto.
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Este virus, descendiente de la línea JN.1 de Ómicron, lleva mutaciones en su proteína espiga, como A435S, V445H y T478I, que le permiten unirse mejor a las células humanas, lo que explicaría su mayor capacidad de transmisión. Las redes sociales están llenas de comentarios sobre esta variante, con usuarios compartiendo experiencias y buscando información sobre cómo protegerse.
¿Cuáles son los síntomas de NB.1.8.1?
Los síntomas asociados con la variante son en gran medida similares a los de otras subvariantes de Ómicron, pero presentan algunas particularidades. Según datos recopilados por la OMS, los más comunes incluyen fiebre leve, tos, fatiga, dolor de garganta y secreción nasal. Sin embargo, también se han reportado casos con hipertermia de bajo grado, una condición donde la temperatura corporal se eleva ligeramente (entre 37.6°C y 38.1°C) sin llegar a ser fiebre típica, lo que indica problemas de termorregulación. Otros síntomas menos frecuentes pero significativos son náuseas, pérdida de apetito, molestias gastrointestinales, dolores de cabeza y dificultad para concentrarse, lo que podría afectar las actividades diarias de las personas infectadas.

En regiones como Hong Kong, donde los casos han alcanzado un máximo de 12 meses, las hospitalizaciones han aumentado, y las autoridades han pedido a la población usar mascarillas en el transporte público y lugares concurridos. En China, el porcentaje de pacientes respiratorios graves con COVID-19 pasó de 3.3% a 6.3% en el último mes, y las pruebas positivas en emergencias subieron de 7.5% a 16.2%. Taiwán reportó un aumento del 78% en admisiones hospitalarias por COVID-19 en una semana reciente, lo que refleja el impacto de NB.1.8.1 en el sistema de salud de la región.
Su alcance global e impacto
La variante NB.1.8.1 ya ha sido detectada en al menos 22 países, incluyendo Japón, Corea del Sur, Francia, Tailandia, Países Bajos, España, Vietnam y Taiwán, además de China y EE.UU. En India, se reportó un caso en Tamil Nadu en abril, y el país ha registrado 1009 casos activos de COVID-19 hasta el 19 de mayo.
A pesar de su rápida propagación, la OMS ha indicado que no hay evidencia de que NB.1.8.1 cause enfermedades más graves que otras variantes circulantes. En EE.UU., los casos se han identificado en estados como Ohio, Rhode Island y Hawái, además de los detectados en aeropuertos, pero no ha habido un aumento notable en pruebas positivas, que de hecho han disminuido un 12% recientemente.

El CDC señaló que está en contacto constante con socios internacionales para monitorear la evolución de NB.1.8.1, aunque hasta ahora se han identificado menos de 20 secuencias de esta variante en su base de datos, por lo que no aparece en su tablero oficial de variantes. Mientras tanto, las autoridades de salud pública recomiendan medidas preventivas básicas: mantener las vacunas al día, usar mascarillas en espacios cerrados o concurridos, practicar una buena higiene de manos y aislarse ante la presencia de síntomas.
La situación sigue siendo vigilada de cerca, especialmente con la incertidumbre sobre el acceso a vacunas actualizadas este otoño, tras las nuevas restricciones anunciadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) bajo la dirección de Robert F. Kennedy Jr.