Walmart, Target y más empresas en la mira de consumidores tras boicots
Walmart, Target, Home Depot, Constellation Brands y otras grandes compañías de Estados Unidos han comenzado a advertir formalmente a sus inversionistas sobre un riesgo que, hasta hace poco, no figuraba en sus reportes: los boicots de consumidores por sus políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y sus compromisos con temas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Las declaraciones aparecen en los informes anuales de estas empresas, documentos que por norma deben presentar ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) para alertar sobre factores que podrían impactar sus negocios. Lo que antes eran advertencias centradas en recesiones, filtraciones de datos o desastres naturales, hoy se amplían a la polarización social y política en torno a decisiones corporativas.
Diversidad y sostenibilidad: temas cada vez más divisivos
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El presidente Donald Trump y sectores conservadores han intensificado su oposición a los programas DEI, señalándolos como “ilegales” y amenazando con investigaciones gubernamentales contra las compañías que los implementan. A esto se suman propuestas de accionistas y demandas legales impulsadas por organizaciones de derecha.
“Las empresas se enfrentan a una situación sin salida”, aseguró Kristen Jaconi, directora del Instituto Peter Arkley de Gestión de Riesgos de la Universidad del Sur de California. En su opinión, las compañías corren riesgos tanto si adoptan posturas progresistas como si optan por mantenerse neutrales.
Matteo Tonello, de The Conference Board, señaló que el auge de estas menciones en informes corporativos está directamente relacionado con el debate político que rodea a las políticas de inclusión y sostenibilidad.
Walmart y Target, en el centro de la controversia
Walmart reconoció públicamente que sus posturas están bajo un “mayor escrutinio” por parte de consumidores, grupos de defensa y figuras públicas. En marzo, la empresa señaló que este clima puede derivar en boicots, campañas de desprestigio, litigios y daños reputacionales. Walmart ya ha eliminado algunos de sus programas de diversidad este año.
Target, por su parte, vivió en 2023 un boicot de sectores conservadores por su oferta de productos con temática LGBTQ+ durante el Mes del Orgullo. La presión obligó a la cadena a retirar parte de la mercancía, lo que provocó críticas desde el lado progresista. En su informe anual, Target reconoció que sus intentos de equilibrar expectativas contradictorias entre accionistas, clientes y empleados han afectado negativamente su reputación y ventas.
Además, la empresa advirtió que sus decisiones futuras —ya sea expandir o eliminar políticas DEI— podrían provocar nuevas reacciones negativas, e incluso litigios e investigaciones gubernamentales.
Más empresas se suman a la alerta
No son casos aislados. Abercrombie & Fitch, Kroger y PVH Corp. (propietaria de Calvin Klein y Tommy Hilfiger) también advierten en sus reportes sobre el impacto que las críticas desde el ámbito político pueden tener en sus objetivos de sostenibilidad y sus programas de diversidad.
Kroger advirtió que “el reciente cambio en el Gobierno de Estados Unidos y los cambios en la perspectiva de los inversionistas también podrían afectar nuestra capacidad para alcanzar nuestros objetivos de sostenibilidad”.
PVH, en tanto, señaló que podría enfrentarse a represalias legislativas o campañas de boicot que dañen su imagen pública.
El impacto de los boicots en la reputación y los ingresos
Aunque los boicots no son un fenómeno nuevo, los recientes movimientos han sido especialmente efectivos, lo que genera un cambio en la forma en que las compañías evalúan su exposición al riesgo.
“Antes, los boicots tomaban a las empresas por sorpresa. Ahora están empezando a anticiparlos”, afirmó Lawrence Glickman, historiador de la Universidad de Cornell especializado en activismo del consumidor.
Según Glickman, los efectos visibles en ventas y reputación han llevado a las empresas a tratar este tipo de acciones como amenazas serias. La experiencia de marcas como Bud Light, que perdió su posición como la cerveza más vendida del país tras una polémica campaña con una influencer transgénero, ha puesto en alerta a todo el sector corporativo.
Entre el activismo y el negocio
La creciente tensión entre activismo social, decisiones comerciales y contexto político obliga a las grandes marcas a redefinir su estrategia. Las empresas intentan equilibrar los valores de inclusión con la preservación de su imagen ante audiencias divididas.
Mientras tanto, la administración Trump continúa presionando contra las iniciativas de diversidad y sostenibilidad, lo que anticipa nuevas controversias legales y más batallas públicas para las corporaciones que apuestan por políticas sociales activas.
En este escenario, cada decisión empresarial puede convertirse en un riesgo potencial de boicot, y las compañías parecen más conscientes que nunca del alto costo que puede implicar tomar —o evitar— una postura clara.