Una preocupante noticia ha sacudido a las autoridades sanitarias de Estados Unidos: el Connecticut Agricultural Experiment Station (CAES) confirmó esta semana la detección de la bacteria Ehrlichia chaffeensis en la garrapata longicornis, una especie invasora que hasta ahora no se asociaba con esta enfermedad. El hallazgo, reportado en el condado de Fairfield, marca la primera vez que se identifica esta bacteria en dicha garrapata tanto a nivel estatal como nacional, encendiendo las alarmas por el riesgo que representa para la salud pública.
El CAES recolectó más de 8,700 especímenes de garrapata longicornis en cuatro localidades del suroeste de Connecticut como parte de sus programas de vigilancia de especies invasoras. Este insecto, conocido científicamente como Haemaphysalis longicornis, es originario del este de Asia y llegó a Estados Unidos en 2017, expandiéndose rápidamente desde entonces. Lo que hace que esta garrapata sea particularmente peligrosa es su capacidad de reproducirse mediante partenogénesis, un proceso que permite a las hembras producir huevos fértiles sin apareamiento, lo que lleva a un aumento acelerado de su población en las regiones donde se establece.
Garrapata Longicornis: Una amenaza en expansión
La garrapata longicornis no es selectiva a la hora de alimentarse, lo que la convierte en un vector eficiente para enfermedades. Según el Dr. Goudarz Molaei, entomólogo del CAES, esta especie puede atacar tanto a animales domésticos como a fauna silvestre y humanos, alimentándose de sangre de perros, ganado, ciervos y personas sin restricciones. Su presencia se ha detectado en hábitats diversos, desde áreas de vegetación baja hasta playas, a menudo a menos de 100 metros de cuerpos de agua, lo que amplía el riesgo de exposición más allá de los bosques típicos donde suelen habitar otras garrapatas.
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Históricamente, la bacteria Ehrlichia chaffeensis, causante de la erliquiosis monocítica humana (HME), estaba vinculada a la garrapata lone star, común en el sureste de Estados Unidos. Sin embargo, su detección en la garrapata longicornis en Connecticut sugiere que esta especie invasora podría convertirse en un nuevo vector significativo para la enfermedad. Aunque hasta ahora no se han reportado casos humanos relacionados con este hallazgo, las autoridades sanitarias están en alerta debido al potencial de la bacteria para causar complicaciones graves si no se trata a tiempo.
Síntomas y riesgos de la erliquiosis
La erliquiosis, transmitida por la garrapata longicornis, puede ser una enfermedad mortal si no se diagnostica y trata rápidamente. Los síntomas suelen aparecer entre una y dos semanas después de la picadura e incluyen fiebre alta, escalofríos, dolor de cabeza intenso, dolores musculares y fatiga extrema. A medida que la infección avanza, algunas personas pueden experimentar náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de peso y confusión. En casos más severos, la enfermedad puede derivar en insuficiencia renal, problemas respiratorios e incluso la muerte, especialmente en personas mayores o con sistemas inmunológicos debilitados.
El tratamiento más efectivo para la erliquiosis es el antibiótico doxiciclina, recomendado para personas de todas las edades. Sin embargo, no existe una vacuna para prevenir la enfermedad, lo que hace que la detección temprana y las medidas de prevención sean fundamentales. Las autoridades de salud de Connecticut han enfatizado la importancia de estar atentos a cualquier síntoma tras pasar tiempo al aire libre, especialmente en áreas donde la garrapata longicornis ha sido identificada.
Medidas de prevención en EE.UU.
Frente a esta nueva amenaza, el CAES y el Departamento de Salud Pública de Connecticut han emitido recomendaciones para minimizar el riesgo de picaduras de la garrapata longicornis. Entre las acciones preventivas, se sugiere revisar cuidadosamente el cuerpo, la ropa y las mascotas después de actividades al aire libre, usar repelentes de insectos, y vestir ropa de manga larga y colores claros para detectar fácilmente a las garrapatas. También se aconseja evitar caminar por pastizales altos o áreas cercanas a cuerpos de agua sin protección adecuada.
El monitoreo de esta especie invasora continuará en Connecticut y otras regiones del país, mientras los expertos trabajan para entender mejor su impacto en la salud pública. Por ahora, la prioridad es informar a la población sobre los riesgos y fomentar prácticas que reduzcan el contacto con este insecto, cuya rápida expansión podría cambiar el panorama de las enfermedades transmitidas por garrapatas en Estados Unidos.