Durante las últimas décadas, millones de personas han sido diagnosticadas con «colesterol alto» y, casi de forma automática, prescritas con estatinas. Estas drogas se han convertido en una de las clases de medicamentos más vendidos del mundo. Sin embargo, para el cardiólogo británico Dr. Aseem Malhotra, esta práctica representa una medicina simplista, sesgada por intereses comerciales y desvinculada de la evidencia científica más reciente.
Hace poco vi una entrevista con el Dr. Mark Hyman, quien es una eminencia en Medicina Funcional, y el Dr. Malhotra y ambos discuten ahí cómo el colesterol LDL ha sido injustamente demonizado como el principal culpable de las enfermedades cardiovasculares, cuando en realidad los datos muestran una historia mucho más compleja. “El colesterol LDL por sí solo NO es un predictor confiable de enfermedad coronaria”, afirma Malhotra. Cita, por ejemplo, datos del famoso estudio Framingham, que demostró que, en personas mayores de 60 años, niveles bajos de colesterol se asociaban con mayor mortalidad, no con menos.
Estatinas: ¿medicina milagrosa o estrategia sobrevalorada?
Malhotra no niega que las estatinas puedan tener un beneficio en ciertos grupos, particularmente en prevención secundaria (personas que ya han tenido un infarto). Sin embargo, la forma en la que se presentan los beneficios al público y a los médicos puede ser engañosa. Por ejemplo, se suele hablar de reducciones del 30% en el riesgo relativo de infarto, pero el riesgo absoluto para la mayoría de las personas sanas es cercano al 1%. En términos prácticos: 99 de cada 100 personas que toman estatinas en prevención primaria no obtendrán ningún beneficio directo.
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“Lo primero que tenemos que entender, el público necesita saber, incluso los médicos necesitan saber, es esto: la medicina no es una ciencia exacta. Ni siquiera se acerca. Es una ciencia aplicada. Es una ciencia de los seres humanos. Es una ciencia social. Está en constante evolución”, dice Malhotra.
Aunque cada vez más personas padecen enfermedades cardíacas, menos personas mueren a causa de ellas, y no es por el uso de las estatinas, es porque hoy en día hay menos fumadores, lo cual juega un papel muy importante. Tenemos el uso de stents como tratamiento de emergencias y, además, hoy en día contamos con desfibriladores, así que el paciente que llega a urgencias con un ataque cardíaco tiene más probabilidades de sobrevivir que antes.
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Conflictos de interés e información parcial
Muchos de los estudios que respaldan el uso de estatinas han sido conducidos o financiados por las mismas empresas que fabrican los medicamentos, y sus datos primarios no están disponibles para evaluación independiente. Esto causa una tendencia a mostrar más los beneficios y a restar importancia a los riesgos.
El verdadero enemigo: inflamación y resistencia a la insulina
Tanto Hyman como Malhotra coinciden en que la medicina moderna ha fallado al centrarse exclusivamente en el colesterol. De hecho, uno de los factores más importantes en la aparición de enfermedades cardiovasculares no es el colesterol elevado, sino la resistencia a la insulina y la inflamación crónica.
Estudios como el Jupiter Trial han demostrado que las personas con colesterol «normal» pero con inflamación elevada tenían mayor riesgo de eventos cardiovasculares. Asimismo, en hospitales de Escocia se encontró que dos tercios de los pacientes que llegaban con infarto tenían prediabetes o diabetes tipo 2, lo cual sugiere que el metabolismo alterado de la glucosa es un factor central.
Efectos secundarios que NO se mencionan
Aunque muchos estudios reportan que las estatinas tienen efectos secundarios mínimos, en la vida real la experiencia es distinta. Entre el 20% y el 50% de los pacientes que las consumen reportan efectos adversos como dolor muscular, fatiga, niebla mental o disfunción sexual. En muchos casos, estos efectos se revierten al dejar el medicamento, pero los pacientes no siempre son advertidos de estos riesgos.
Más preocupante aún es el hecho de que las estatinas pueden inducir resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 en algunos individuos. Se estima que uno de cada 100 pacientes desarrollará diabetes debido a su uso. ¿Es aceptable este efecto secundario por un beneficio mínimo en la mayoría de personas sanas?
La ilusión de protección
Malhotra también describe un fenómeno que llama “la ilusión de protección”: pacientes que creen que por tomar estatinas están protegidos, aunque continúen con una dieta deficiente y un estilo de vida sedentario. Esta falsa sensación de seguridad puede empeorar la salud general a largo plazo.
Hacia una salud con sentido común: ¿Qué hacer entonces?
Las estatinas pueden tener un lugar en la medicina, pero deben ser prescritas con juicio, transparencia y como última herramienta, no como primera opción. La verdadera prevención de las enfermedades del corazón comienza con una alimentación basada en comida real, ejercicio regular, manejo del estrés y empoderamiento del paciente.
Pero no solo eso: de hecho, investigaciones recientes han demostrado que es posible revertir la prediabetes, la hipertensión y otros factores de riesgo cardiovascular sin necesidad de fármacos, tan solo haciendo un cambio en nuestro estilo de vida: una dieta alta en nutrientes, sin azúcares refinados ni alimentos procesados, ejercicio regular —especialmente ese que genera masa muscular— y algo muy importante, a lo que usualmente nadie presta atención: la reducción del estrés, ya sea a través de prácticas como la meditación, el yoga, entre otros.
Quizá ha llegado el momento de abandonar el enfoque reduccionista de «colesterol alto = estatina» y abrazar una medicina que escuche, cuestione y priorice la salud desde su causa raíz.
“Necesitamos volver a practicar una medicina basada en el consentimiento informado, en los valores del paciente y en la mejor evidencia disponible, no en la mejor financiada”, insiste Malhotra.