El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, expresó su rechazo ante los recientes pronunciamientos de la Embajada de Estados Unidos, exigiendo respeto a la soberanía panameña y solicitando que su país no sea involucrado en la disputa geopolítica entre Washington y Pekín. Durante su conferencia de prensa semanal, Mulino fue enfático: “Ellos que peleen su problema en Washington o en Pekín, pero no en el patio panameño”.
Sus declaraciones surgieron tras el anuncio de la representación diplomática estadounidense sobre el reemplazo de 13 equipos de telecomunicaciones fabricados por Huawei, en territorio panameño, por tecnología estadounidense. Esta medida, según indicó la Embajada, busca “contrarrestar la maligna influencia de China” en la región.
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Mulino calificó el comunicado como una intromisión unilateral y recordó que las decisiones sobre infraestructura y tecnología dentro del país corresponden exclusivamente al gobierno panameño. “Ese es un comunicado unilateral de la Embajada de Estados Unidos, que no tiene por qué opinar sobre decisiones que nos atañen al Gobierno Nacional”, declaró el mandatario ante la prensa.
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Fotografía de archivo de un buque que pasa por el Canal de Panamá, al que EE.UU. considera bajo influencia de China. EFE/ Bienvenido Velasco
También cuestionó el tono y la narrativa utilizada por el Gobierno de Donald Trump. “Ya está bueno, porque ahora a donde vamos, todo lo hace el Gobierno de Trump y todo lo financia el Gobierno de Trump, cuando es mentira”, agregó Mulino, visiblemente molesto.
El presidente panameño remarcó que su país no tiene interés alguno en formar parte del conflicto geopolítico entre dos potencias mundiales. “Panamá tiene su propio gobierno, su propio territorio y no vamos a ser atraídos a un problema internacional de tal magnitud, donde simplemente no nos toca y no tenemos nada que jugar”, expresó.
Desde el inicio de su mandato, Mulino ha insistido en una política exterior equilibrada, que preserve las relaciones diplomáticas y comerciales tanto con Estados Unidos como con China, sin ceder soberanía ni posicionarse a favor de un bloque u otro.
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El conflicto diplomático se intensificó tras el anuncio de la Embajada de EE.UU., el cual señalaba que se sustituirán componentes de Huawei debido a “incompatibilidades tecnológicas” y supuestos riesgos de seguridad. El mismo miércoles, el Ministerio de Seguridad Pública panameño aclaró que los reemplazos se enmarcan en un acuerdo de cooperación bilateral firmado en 2017 y que no responden a una campaña geopolítica.
Sin embargo, el contexto internacional actual le ha dado una carga mayor al hecho. La administración de Donald Trump ha retomado una postura agresiva frente a China, enfocando sus esfuerzos en limitar su influencia en América Latina, especialmente en áreas estratégicas como telecomunicaciones, energía y puertos.
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio (i), visita el Canal de Panamá, al que su Gobierno ha vinculado con China. EFE/Eduard Ribas
El Canal de Panamá se encuentra en el centro de esta disputa. Trump ha insinuado en varias ocasiones que la vía interoceánica estaría “bajo la influencia del Partido Comunista Chino”, lo que ha provocado tensiones con el gobierno panameño.
Mulino fue tajante: “La soberanía del Canal no está en discusión. Es y seguirá siendo panameño”. Según datos oficiales, Estados Unidos sigue siendo el principal usuario del Canal, pero China ha aumentado significativamente su presencia económica en la región a través de inversiones en infraestructura y comercio.
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El presidente Mulino también respondió a insinuaciones previas de Donald Trump sobre la posibilidad de “recuperar” el Canal de Panamá, una afirmación que revivió viejas heridas históricas entre ambas naciones. “Que no se equivoquen. Panamá es un país soberano y el Canal es administrado por panameños. No permitiremos ninguna injerencia”, declaró.
Analistas panameños han manifestado su preocupación ante las crecientes presiones de Estados Unidos. Algunos sectores de la oposición han denunciado que los acuerdos recientes en materia de seguridad podrían violar el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá, firmado en 1977, el cual garantiza su operación libre y abierta a todos los países, bajo control panameño.
Organizaciones civiles y expertos internacionales han llamado a la cautela, recordando que el involucramiento forzado de Panamá en el conflicto entre Estados Unidos y China podría comprometer su estabilidad económica y su rol neutral como país de tránsito comercial.
En los últimos años, Panamá ha establecido relaciones diplomáticas plenas con China, lo que ha generado tensiones con Washington. No obstante, el país ha mantenido un enfoque pragmático y ha buscado equilibrar sus vínculos con ambos gigantes sin comprometer su autonomía.
Las declaraciones de Mulino también se producen en medio de un clima de creciente presión regional. Otros países de América Latina han experimentado situaciones similares, donde las potencias globales buscan influir en decisiones locales bajo el argumento de la seguridad o el desarrollo tecnológico.
En ese sentido, Panamá insiste en no convertirse en escenario de una disputa internacional que considera ajena. “No somos peones de nadie”, afirmó Mulino.