Contradicciones sobre alto el fuego de Israel e Irán, en medio de la fractura republicana y pedidos para destituir a Trump.
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El mundo contuvo el aliento cuando Irán e Israel acordaron un alto el fuego condicional, mediado por Catar y propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras el ataque estadounidense a tres instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, la tregua, que exige que ninguna parte lance más ataques, está rodeada de contradicciones y escepticismo, mientras en EE.UU. la oposición exige el impeachment de Trump y el Partido Republicano se fractura. La democracia estadounidense, ya polarizada, enfrenta una prueba de fuego en medio de una crisis que amenaza con desestabilizar tanto la región como el orden interno.
Un alto el fuego frágil y contradictorio
El alto el fuego siguió a una escalada vertiginosa que comenzó con ataques israelíes contra Irán, seguidos por el bombardeo estadounidense a las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán. Irán respondió con un ataque limitado a una base aérea estadounidense en Catar, notificado previamente a Washington, que no dejó bajas, según el Pentágono. En un mensaje en Truth Social, Trump calificó la respuesta iraní como “muy débil” y agradeció la notificación, afirmando: “Quizás Irán pueda ahora avanzar hacia la paz y la armonía en la región, y animaré con entusiasmo a Israel a que haga lo mismo”.
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Sin embargo, las declaraciones oficiales de Irán e Israel revelan tensiones subyacentes. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, liderado por Abbas Araghchi, confirmó el alto el fuego, pero lo condicionó a que Israel cese “toda agresión”. Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aceptó la tregua, pero advirtió que cualquier violación iraní desencadenaría “una respuesta devastadora”. La Casa Blanca, en un comunicado, celebró el acuerdo como un “éxito diplomático completo”, pero omitió detalles sobre cómo se garantizará el cumplimiento mutuo, generando dudas sobre su viabilidad.
Analistas señalan que el alto el fuego es frágil debido a la falta de un mecanismo de verificación independiente. “Ambas partes han aceptado la tregua por presión externa, pero ninguna confía en la otra”, dijo Trita Parsi, experta en relaciones EE.UU.-Irán. La mediación de Catar, un aliado clave en la región, fue crucial, pero su capacidad para sostener el acuerdo ante posibles provocaciones es incierta.

Vista de una mujer que observa la destrucción de un ataque de Israel en Teherán, capital de Irán, este 23 de junio de 2025. EFE/Abedin Taherkenareh
El ataque de EE.UU. y sus motivaciones
El bombardeo estadounidense, autorizado por Donald Trump, apuntó a neutralizar el programa nuclear iraní, que Washington y Tel Aviv consideran una amenaza. Sin embargo, la decisión contradice la evaluación de la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, quien en marzo afirmó que Irán no planea construir un arma nuclear. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha confirmado que Irán enriqueció uranio al 60%, pero no hay evidencia de un programa armamentístico activo.
La acción militar, que involucró bombas “bunker-buster” GBU-57, fue precedida por presiones de Israel, que planeaba un ataque unilateral. Fuentes diplomáticas revelan que Netanyahu instó a Trump a actuar, argumentando que Irán estaba a meses de un avance nuclear crítico. Aunque Trump inicialmente buscó un nuevo acuerdo nuclear, la inteligencia israelí y la urgencia de evitar una ofensiva unilateral inclinaron la balanza hacia el ataque, según el Departamento de Estado.
Crisis política en EE.UU.: impeachment y fractura republicana
En Washington, el ataque ha desatado una tormenta política. Los demócratas, liderados por figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, han calificado la acción de “inconstitucional” por no contar con autorización del Congreso, exigiendo un juicio político contra Trump. El senador Tim Kaine y el representante Ro Khanna han copatrocinado resoluciones para reafirmar los poderes de guerra del Congreso, mientras el líder de la minoría en la Cámara, Hakeem Jeffries, acusó a Trump de “engañar al país”.
El Partido Republicano está profundamente dividido. Los halcones, como los senadores Lindsey Graham y John Thune, respaldan el ataque, elogiando a Trump por proteger a Israel. Sin embargo, los aislacionistas de la base “America First”, incluyendo al representante Thomas Massie, han condenado la acción como una traición a sus principios no intervencionistas. “Esto no es EE.UU. primero”, declaró Massie, uniéndose a los demócratas en una resolución contra acciones militares no autorizadas. Voces como Tucker Carlson y Marjorie Taylor Greene han criticado a Trump, advirtiendo que una guerra con Irán destruiría su coalición.
Impacto interno: protestas y polarización
Las protestas masivas contra los bombardeos han sacudido ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles, con manifestantes exigiendo el fin de la intervención militar. Organizaciones como CodePink han denunciado la influencia de Israel en la política exterior estadounidense, mientras los enfrentamientos entre manifestantes y policía han dejado decenas de detenidos. Una encuesta de Reuters/Ipsos muestra que el 55% de los estadounidenses desaprueba el ataque, intensificando la polarización.
Consecuencias globales y el rol de Catar
El alto el fuego ha aliviado temporalmente las tensiones, pero el riesgo de escalada persiste. Irán ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz, por donde transita el 20% del petróleo mundial, si Israel viola la tregua. Los precios del Brent, que alcanzaron los 80 dólares por barril tras el ataque, se estabilizaron ligeramente, pero los mercados permanecen volátiles. China y Rusia, aliados de Irán, han condenado el bombardeo estadounidense, mientras la ONU busca establecer un mecanismo de monitoreo para sostener el acuerdo.
Catar, con su experiencia en mediación (como en las negociaciones de Gaza en 2023), ha emergido como un actor clave. Sin embargo, su capacidad para mantener a Irán e Israel en la mesa depende de la voluntad de ambas partes y del respaldo de Trump, cuya credibilidad está en entredicho por las divisiones internas.
Democracia en jaque
El alto el fuego condicional ofrece una pausa, pero no resuelve las contradicciones. Trump, al celebrar la tregua, ignora el costo político interno: un Partido Republicano fracturado, una oposición decidida a destituirlo y un país dividido por protestas. La democracia estadounidense enfrenta un momento crítico, donde la línea entre liderazgo audaz y temeridad se difumina. Mientras el mundo observa si la tregua en Oriente Medio perdura, en Washington la batalla por el poder amenaza con ser tan destructiva como cualquier conflicto externo.