El Pentágono ha confirmado la creación de una nueva zona de protección militar en Texas, en un esfuerzo por reforzar la seguridad en la frontera sur de Estados Unidos con México. La medida contempla la instalación de una Área de Defensa Nacional (NDA, por sus siglas en inglés) que abarcará 402 kilómetros a lo largo del Río Grande, específicamente en los condados de Cameron e Hidalgo, zonas con alto tránsito migratorio.
Esta decisión surge tras una directiva del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y se enmarca en la Orden Ejecutiva Presidencial 14167, emitida por el presidente Donald Trump. Las autoridades estadounidenses han destacado que la nueva NDA representa una de las acciones más contundentes en la estrategia para frenar el cruce ilegal de personas y drogas desde territorio mexicano.
La transferencia de los terrenos proviene de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, que los entregó a la Administración de Servicios Generales. A partir de ahora, pasarán a estar bajo la jurisdicción de la Base Conjunta San Antonio, lo que implica un control militar activo en la zona.
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La frontera con México se militariza con una nueva NDA en Texas
La implementación de la nueva NDA implica una colaboración directa entre la Fuerza Aérea de EE.UU. y el Comando Norte (USNORTHCOM), que supervisará las operaciones en el terreno. Según el Pentágono, esta cooperación interinstitucional garantizará que las labores de vigilancia, control y protección de la frontera se desarrollen bajo estándares operativos estrictos.
Foto: Luis Torres /EFE
USNORTHCOM ya ha desplegado personal para instalar señalización, cercas de seguridad y preparar puestos de vigilancia en las zonas designadas. Además, se planea activar patrullas móviles y puntos de monitoreo fijos, con el objetivo de detectar intrusiones, detener temporalmente a personas no autorizadas y transferirlas a las autoridades policiales correspondientes.
Los operativos estarán a cargo de la Fuerza de Tarea Conjunta-Frontera Sur (JTF-SB), que trabajará directamente en la detección de cruces irregulares, apoyo logístico y control del flujo migratorio en uno de los corredores más activos de la frontera con México.
Texas se convierte en el epicentro de la nueva estrategia fronteriza de EEUU
La creación de esta nueva NDA en Texas es solo una parte de una estrategia más amplia del Departamento de Defensa (DOD) que busca establecer una red de áreas militarizadas a lo largo de la frontera sur. En los últimos meses, otras dos zonas similares han sido declaradas en Nuevo México y en el oeste de Texas.
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La primera se estableció el 21 de abril en Nuevo México, cubriendo 274 kilómetros de terreno no contiguo. Esta área funciona como una extensión de Fort Huachuca y ha sido clave para fortalecer el trabajo conjunto con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Entre sus funciones está el intercambio de inteligencia, apoyo en detenciones y cobertura táctica para responder ante cruces irregulares de alto volumen.
Posteriormente, el 1 de mayo se designó otra NDA en el oeste de Texas, entre El Paso y Fort Hancock. Esta zona cubre cerca de 101 kilómetros y opera como extensión de Fort Bliss. Al igual que en las otras zonas, su función principal es garantizar una mayor presencia militar y aplicar medidas de control en áreas especialmente vulnerables.
La militarización de la frontera con México genera reacciones divididas
Mientras el gobierno federal defiende la medida como una herramienta necesaria para proteger la soberanía nacional, críticos argumentan que la militarización de la frontera puede tener impactos negativos en las comunidades locales, la vida cotidiana de los residentes y el trato a los migrantes.
Organizaciones civiles y defensoras de los derechos humanos han expresado su preocupación por el aumento de la presencia militar en áreas pobladas por comunidades latinas. También han advertido sobre posibles abusos y sobre el uso excesivo de fuerza en una región donde ya existe una tensa dinámica con agentes migratorios.
No obstante, desde la Casa Blanca y el Pentágono insisten en que la medida responde a una amenaza real: el creciente tráfico de drogas —en particular fentanilo— y la necesidad de controlar el ingreso irregular de personas en un contexto electoral marcado por la seguridad nacional.
Actualmente, Estados Unidos enfrenta una presión migratoria significativa, con más de 2,4 millones de encuentros registrados en la frontera sur durante 2024, según datos de CBP. La creación de NDAs busca actuar como una fuerza disuasoria y al mismo tiempo aumentar la capacidad de respuesta ante flujos migratorios masivos.
El despliegue militar, que incluye cercas, torres de vigilancia y nuevas rutas de patrullaje, estará operando de manera progresiva a lo largo de 2025, con especial atención en los meses de verano, cuando se incrementan los cruces irregulares debido a las condiciones climáticas.
Con esta medida, Texas se consolida como el eje principal de la política fronteriza estadounidense bajo la administración Trump. La NDA de 402 kilómetros no solo establece un precedente en términos de estrategia militar, sino que también marca un nuevo capítulo en la manera en que el país enfrenta los desafíos de la inmigración y la seguridad en su frontera sur.