Lo que comenzó como un intento de arresto terminó con un hombre muerto y dos cazadores de recompensas detenidos en el este de Dallas. El caso ha desatado una ola de cuestionamientos sobre el rol y las atribuciones legales de quienes ejercen esta actividad en Texas.
Rodney Brown, de 34 años, y Jorge Moncivais, de 23, fueron acusados de asesinato tras la muerte de Drew Knowles, de 33, a quien intentaban detener el 26 de junio. Ambos trabajaban para una empresa privada de seguridad y se encontraban tras la pista de Knowles, quien tenía una orden de arresto pendiente.
La operación de los cazadores de recompensas terminó en tiroteo
Según el Departamento de Policía de Dallas (DPD), Brown y Moncivais utilizaron un lector automático de matrículas para localizar a Knowles en la zona de Florence Street. Allí, decidieron interceptarlo bloqueando su vehículo con los suyos.
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Vista de una zona acordonada después de un tiroteo en Dallas, Texas, Estados Unidos. EFE/Archivo
Brown bajó del auto con un arma en la mano e intentó que Knowles se entregara. Sin embargo, el sospechoso embistió los vehículos y trató de escapar. Fue en ese momento que ambos cazadores de recompensas abrieron fuego contra el coche en movimiento.
Knowles recibió varios disparos y murió tras impactar su vehículo contra un poste de luz en la intersección de Cantegral y Live Oak. Personal de emergencias de Dallas Fire Rescue confirmó su fallecimiento en el lugar.
Las grabaciones de videovigilancia revisadas por la policía mostraron que ninguno de los dos detenidos se encontraba en peligro inmediato de ser atropellado cuando realizaron los disparos, lo que sustentó la acusación de homicidio intencional.
El uso de armas por cazadores de recompensas está restringido en Texas
En Texas, los cazadores de recompensas están obligados a operar bajo normas estrictas. Deben contar con una licencia de investigador privado, y el Departamento de Seguridad Pública del estado prohíbe expresamente el uso de armas de fuego durante las detenciones, así como la representación como agentes del Estado.
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Agentes de la policía de Dallas acuden al escenario del tiroteo (EFE)
“Cuando escuché que estos tipos podían haber llevado un arma, supe que estaban actuando fuera de la ley”, comentó Scott Porter, ex investigador privado con experiencia en recuperación de fugitivos, a la televisora WFAA. Según explicó, en su carrera, siempre derivó los casos de órdenes por delitos graves a las autoridades locales.
Porter también señaló que las aseguradoras restringen fuertemente las coberturas en estos casos. “Toda póliza para investigadores privados incluye cláusulas que excluyen la portación de armas y el cumplimiento de fianzas”, precisó.
El caso revive críticas al trabajo de cazadores de recompensas
Este caso ha reabierto la discusión sobre los métodos utilizados por los cazadores de recompensas y la supervisión de sus actividades. Aunque legalmente pueden operar en el estado, los límites están claramente definidos. La muerte de Knowles, sin embargo, muestra una posible transgresión de esos límites.
La comunidad local se vio impactada por los hechos. Testigos relataron momentos de pánico y confusión durante el tiroteo en plena hora punta. “Parecía una escena del viejo oeste”, dijo un residente. Otro vecino expresó su angustia: “Saber que lo estaban cazando lo hace aún más doloroso”.
Además de la tragedia humana, el incidente tuvo consecuencias materiales. Más de 2.400 clientes de la compañía eléctrica Oncor se quedaron sin servicio tras el impacto de Knowles contra un poste. Un supermercado cercano también se vio afectado.
Actualmente, Brown y Moncivais se encuentran detenidos en la cárcel del condado de Dallas, a la espera de su proceso judicial. La investigación continúa y podría tener implicancias más amplias para la regulación del trabajo de los cazadores de recompensas en el estado.