El cáncer de cuello uterino está proyectado para convertirse en una amenaza creciente en Estados Unidos, con un impacto desproporcionado en las mujeres afroamericanas, según un estudio publicado el 1 de julio de 2025 por la American Association for Cancer Research (AACR). Este análisis, liderado por investigadores de la Universidad de Columbia, revela que para 2050, los casos de cáncer uterino podrían aumentar más de un 50% entre las mujeres afroamericanas, frente a un 30% en las mujeres blancas.
Más alarmante aún, las tasas de mortalidad podrían triplicarse para las afroamericanas, quienes ya enfrentan el doble de riesgo de morir por esta enfermedad en comparación con sus contrapartes blancas, según datos del National Cancer Institute (NCI). A medida que los casos de cáncer uterinosiguen en aumento, aquí te contamos qué está detrás de estas preocupantes proyecciones y qué se puede hacer al respecto.
En 2024, se diagnosticaron cerca de 70,000 casos de cáncer uterino en EE.UU., lo que lo convierte en el cáncer ginecológico más común en el país. Durante las últimas tres décadas, tanto la incidencia como la mortalidad han crecido constantemente, con un aumento anual del 2% en nuevos diagnósticos entre 2015 y 2019, la tasa más alta para cualquier cáncer en mujeres, según el NCI.
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La doctora Elena Elkin, coautora del estudio y profesora en la Escuela de Salud Pública Mailman de Columbia, explica que este incremento se debe a varios factores. “El cáncer uterino es una enfermedad asociada al envejecimiento, y con una población que vive más años, los casos están aumentando”, señaló. Además, el aumento en los índices de obesidad y la reducción de histerectomías para condiciones como fibromas y endometriosis dejan a más mujeres en riesgo, ya que conservan su útero.
Factores detrás del aumento
El útero, un órgano hueco con forma de pera ubicado en la pelvis, es donde se desarrolla el cáncer uterino, siendo el cáncer de endometrio la forma más común y los sarcomas uterinos una variante más rara pero letal. Mientras que la tasa de supervivencia a cinco años es del 81% cuando se detecta temprano, cae drásticamente al 20-50% en casos de tumores agresivos, los cuales son más frecuentes en mujeres afroamericanas.
El estudio de Columbia proyecta que para 2050, la incidencia pasará de 56.8 por cada 100,000 mujeres afroamericanas en 2018 a 86.9 por cada 100,000, mientras que la mortalidad podría alcanzar 27.9 por cada 100,000, casi tres veces más que las 11.2 por cada 100,000 proyectadas para mujeres blancas. Estas disparidades raciales no son nuevas, pero su agravamiento es alarmante.

Uno de los factores que contribuyen a estas disparidades es el acceso desigual a la atención médica. Las mujeres afroamericanas enfrentan retrasos en el diagnóstico, lo que lleva a detectar el cáncer en etapas más avanzadas, cuando el tratamiento es menos efectivo. Además, son más propensas a desarrollar subtipos agresivos, como los sarcomas uterinos, que tienen peores pronósticos.
La doctora Jason D. Wright, autora principal del estudio y profesora de oncología ginecológica en Columbia, destacó que “las mujeres afroamericanas suelen enfrentar barreras para acceder a atención de calidad, lo que resulta en tratamientos subóptimos”. Factores socioeconómicos, como la falta de seguro médico o la residencia en áreas con menos recursos médicos, también juegan un papel crucial.
Vínculo con productos químicos
Un aspecto que ha generado preocupación es la posible relación entre el cáncer de cuello uterino y el uso de alisadores químicos para el cabello. En EE.UU., aproximadamente el 95% de las mujeres afroamericanas menores de 45 años han usado estos productos al menos una vez, según investigaciones citadas por el NCI.
Estos alisadores contienen sustancias como formaldehído, metales pesados y disruptores endocrinos (como ftalatos y parabenos), que se han asociado con un mayor riesgo de cáncer. Aunque su uso ha disminuido en los últimos años, los efectos a largo plazo podrían persistir en quienes los usaron en el pasado. Este factor, combinado con las disparidades en atención médica, podría estar contribuyendo al aumento desproporcionado de casos en mujeres afroamericanas.
El modelo de Columbia también señala que la obesidad es un factor de riesgo clave. Las mujeres afroamericanas tienen tasas más altas de obesidad que las blancas, lo que eleva su riesgo de desarrollar cáncer uterino. Según la American Cancer Society, la obesidad está vinculada a varios tipos de cáncer, y en el caso del cáncer uterino, se estima que contribuye significativamente a la incidencia. La disminución de histerectomías, un procedimiento que elimina el riesgo al extirpar el útero, también ha dejado a más mujeres expuestas. “Más mujeres viven con su útero, lo que las pone en riesgo de desarrollar esta enfermedad”, explicó Elkin.
Esperanza en la prevención
A pesar de las proyecciones preocupantes, hay razones para el optimismo. El estudio de Columbia sugiere que un cribado efectivo a los 55 años podría reducir significativamente los casos. Aunque actualmente no existe una prueba de detección rutinaria para mujeres asintomáticas, técnicas emergentes como las biopsias líquidas, que detectan cambios precancerosos en células desprendidas del útero, están en desarrollo. “Nuestro modelo muestra que un cribado efectivo podría disminuir la incidencia de manera notable”, dijo Wright. Además, tratamientos como la inmunoterapia y las terapias basadas en biomarcadores ofrecen nuevas esperanzas para mejorar los resultados, especialmente en casos avanzados.

Las organizaciones están trabajando para abordar estas disparidades. La Endometrial Cancer Action Network for African Americans (ECANA), fundada por la doctora Kemi Doll, promueve la educación, el apoyo comunitario y la investigación centrada en las mujeres afroamericanas. Iniciativas como estas buscan cerrar la brecha en el acceso a la atención médica y fomentar diagnósticos más tempranos. Mientras tanto, los esfuerzos para desarrollar tratamientos más efectivos y accesibles continúan, con la esperanza de reducir el impacto desproporcionado del cáncer de cuello uterino en las mujeres afroamericanas en las próximas décadas.