La Cámara aprueba el megaproyecto fiscal y migratorio de Trump, listo para su firma en el Día de la Independencia. ¿Un nuevo rumbo o más división?
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En una votación histórica, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el ambicioso megaproyecto fiscal y migratorio del presidente Donald Trump, con un ajustado margen de 218 votos a favor y 214 en contra, tras un intenso debate que puso a prueba la unidad del Partido Republicano. El Senado ya había dado su aval, con un voto de desempate del vicepresidente J.D. Vance, permitiendo que el proyecto, bautizado por Trump como la “gran y hermosa ley”, llegue al escritorio presidencial para su firma este 4 de julio, en una ceremonia programada, coincidiendo con el Día de la Independencia. La aprobación marca la primera gran victoria legislativa de Trump en su segundo mandato, consolidando su agenda económica y migratoria, pero también desatando una ola de protestas y un boicot nacional.
Un proyecto ambicioso con impacto profundo
El megaproyecto, que combina recortes fiscales masivos con medidas migratorias estrictas, cumple varias promesas de campaña de Trump. Entre sus puntos clave están la extensión de los recortes tributarios de su primer mandato (2017-2021), la eliminación de impuestos sobre propinas y horas extras, y un aumento significativo en el gasto para defensa y seguridad fronteriza. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el plan añadirá 3,3 billones de dólares al déficit federal en la próxima década, financiado en parte por recortes de un billón de dólares a Medicaid, el programa de seguro médico para personas de bajos ingresos, y la eliminación de incentivos fiscales para energías renovables. Además, se destinan más de 64 mil millones de dólares para construir y mantener el muro fronterizo, 70 mil millones para centros de detención de migrantes y fondos para contratar 20 mil nuevos agentes de inmigración.
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El proyecto también incluye un impuesto del 1% a las remesas, una medida que, según el instituto conservador CATO, podría cuadruplicar la capacidad de los centros de detención, pasando de 50 mil a 200 mil personas. Estas políticas reflejan el enfoque de Trump para reforzar el control migratorio, incluyendo un cobro de mil dólares para solicitudes de asilo, una novedad que ha generado controversia. El presidente ha defendido la ley como un paso hacia una “era de oro” para Estados Unidos, argumentando que impulsará el crecimiento económico y la seguridad nacional.
La importancia del 4 de julio
Trump insistió en que la firma de la ley ocurriera el 4 de julio, un día cargado de simbolismo patriótico, para proyectar una imagen de liderazgo y cumplimiento de promesas. Según Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, la ceremonia será una “gran y hermosa” celebración en Washington, diseñada para destacar la victoria legislativa como un regalo al pueblo estadounidense en el Día de la Independencia. Trump ha descrito la fecha como el momento perfecto para “sellar el acuerdo” que consolida su visión de un país con menos impuestos y fronteras más seguras. Fuentes cercanas al presidente indican que planea un evento público con discursos, banderas y fuegos artificiales, buscando capitalizar el fervor patriótico de la festividad para reforzar su narrativa de éxito.
El presidente de la Cámara, Mike Johnson, y el líder de la mayoría del Senado, John Thune, jugaron un papel crucial en alinear a un Partido Republicano dividido, enfrentando resistencia de legisladores moderados preocupados por los recortes a Medicaid y de conservadores fiscales opuestos al aumento del déficit. Trump, consciente de la importancia de la fecha, presionó personalmente a los legisladores, organizando reuniones en la Casa Blanca y usando su red social Truth Social para advertir que los opositores “perderían votos”. Solo dos republicanos, Thomas Massie de Kentucky y Brian Fitzpatrick de Pensilvania, votaron en contra en la Cámara, desafiando la presión del presidente.

Vista del Capitolio de EE.UU., sede del Congreso estadounidense, donde la Cámara Baja aprobó el plan fiscal del presidente Donald Trump, este 3 de julio de 2025. EFE/Graeme Sloan
Protestas y boicot nacional
La aprobación del megaproyecto ha desatado una respuesta inmediata de la oposición. Grupos de activistas, organizaciones de derechos humanos y líderes demócratas han convocado movilizaciones anti-Trump a nivel nacional, coincidiendo con la ceremonia de firma. En ciudades como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, se esperan manifestaciones masivas contra las políticas migratorias del proyecto, que muchos califican de “inhumanas”. En Portland, Oregon, se reportaron enfrentamientos previos entre manifestantes y agentes de ICE, con uso de gas lacrimógeno, lo que sugiere un ambiente tenso para el día festivo.
Además, se ha organizado un boicot nacional que busca interrumpir las celebraciones del 4 de julio, con acciones que incluyen marchas en centros urbanos, bloqueos simbólicos de edificios federales y campañas en redes sociales bajo hashtags como #NoALaLeyDeTrump. Líderes comunitarios y organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado que los recortes a programas sociales y el aumento de deportaciones afectarán desproporcionadamente a comunidades vulnerables, especialmente a migrantes y familias de bajos ingresos. El líder demócrata Hakeem Jeffries, quien habló durante más de ocho horas en el pleno de la Cámara usando el “minuto mágico”, leyó testimonios de estadounidenses que dependen de Medicaid, advirtiendo que “millones sufrirán” por los recortes.
Vista del interior del Capitolio de EE.UU., sede del Congreso estadounidense, tras la aprobación en la Cámara Baja del plan fiscal del presidente Donald Trump, este 3 de julio de 2025. EFE/Graeme Sloan
Divisiones y consecuencias
La aprobación de la ley, aunque celebrada por Trump como un “triunfo histórico”, no estuvo exenta de controversia incluso dentro del Partido Republicano. En el Senado, tres senadores republicanos –Rand Paul, Susan Collins y Thom Tillis– votaron en contra, citando preocupaciones por el déficit y los recortes sociales. En la Cámara, las negociaciones fueron caóticas, con una votación preliminar detenida durante horas debido a una rebelión interna. El presidente tuvo que superar no solo la oposición demócrata, liderada por Jeffries, sino también críticas de aliados inesperados como Elon Musk, quien calificó el proyecto de “excesivo” por su impacto en la deuda federal.
Analistas económicos advierten que el aumento del déficit, estimado en 4,5 billones de dólares por algunos cálculos, podría debilitar la calificación crediticia de Estados Unidos y presionar al dólar, que ya ha caído desde que Trump asumió el cargo en enero. Sin embargo, grupos empresariales han apoyado los recortes fiscales, argumentando que impulsarán el crecimiento económico. Por otro lado, hospitales rurales y comunidades de bajos ingresos enfrentan el riesgo de cierres y pérdida de cobertura médica, con estimaciones que sugieren que hasta 17 millones de personas podrían quedar sin seguro en la próxima década.
¿Un nuevo rumbo o más división?
La firma del megaproyecto el 4 de julio no solo marca un hito para Trump, sino que también establece las líneas de batalla para las elecciones de medio término de 2026. Los republicanos celebran el cumplimiento de promesas de campaña, mientras los demócratas advierten que la ley “robará” a las familias trabajadoras. La ceremonia, con su pompa patriótica, busca proyectar unidad, pero las protestas y el boicot indican que el país está lejos de un consenso. En palabras de Trump, “este es el comienzo de una edad de oro”. Sin embargo, para millones de estadounidenses, el Día de la Independencia de este año podría ser recordado como el inicio de una nueva era de polarización.