Declaran estado de alerta mientras el caos crece por muertes y desapariciones tras inundaciones.
LEE LA EDICIÓN DIGITAL CON SOLO UN CLIC
El estado de Texas enfrenta una de las peores tragedias naturales de su historia reciente tras las devastadoras inundaciones que azotaron el centro del estado, particularmente el condado de Kerr, desde la madrugada del 4 de julio. Con un saldo de más de 80 muertos, incluyendo alrededor de 28 niños, y más de 40 personas desaparecidas, las autoridades han intensificado las labores de rescate mientras el presidente Donald Trump y el gobernador Greg Abbott han declarado un estado de desastre mayor para agilizar la respuesta federal y estatal. La región, conocida como “Flash Flood Alley”, ha sido golpeada por lluvias torrenciales que desbordaron el río Guadalupe, dejando a su paso destrucción, dolor y una carrera contrarreloj para encontrar sobrevivientes.
Una catástrofe sin precedentes
Las inundaciones comenzaron cuando una tormenta descargó hasta 15 pulgadas de lluvia en pocas horas, superando ampliamente los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional (NWS), que había estimado un máximo de 8 pulgadas. El río Guadalupe, en el condado de Kerr, alcanzó su segundo nivel más alto registrado, superando incluso la histórica inundación de 1987. En apenas 45 minutos, el río creció 26 pies, arrasando casas, vehículos y campamentos a lo largo de sus orillas.
Te Recomendamos
Kerr County, el epicentro de la tragedia, reporta cerca de 68 fallecidos, de los cuales 28 son niños, muchos de ellos asistentes al Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas con casi un siglo de historia. Al menos 10 niñas de este campamento siguen desaparecidas, lo que ha generado una búsqueda desesperada con helicópteros, botes y drones. Otras áreas afectadas incluyen los condados de Travis (5 muertos), Burnet (3 muertos) y Tom Green y Williamson (1 muerto cada uno). Además, más de 40 personas permanecen desaparecidas en todo el estado, según las últimas cifras oficiales.
Respuesta inmediata, pero con críticas
El presidente Trump firmó una declaración de desastre mayor, activando recursos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) para apoyar a los rescatistas y las comunidades afectadas. En una publicación en Truth Social, Trump aseguró que la medida garantizará “que nuestros valientes primeros socorristas tengan los recursos necesarios de inmediato”. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, confirmó que FEMA trabajará en coordinación con las autoridades estatales y locales para acelerar la recuperación.
Por su parte, el gobernador Abbott declaró la fecha como un “día de oración” en Texas y anunció que el tema de la respuesta a emergencias será prioritario en la próxima sesión legislativa especial. Más de 850 personas han sido rescatadas en Kerr County, donde equipos de búsqueda y rescate enfrentan desafíos como carreteras destruidas, líneas eléctricas caídas y escombros acumulados. “Estamos viendo cuerpos recuperados por todas partes”, dijo Rice Dalton, administrador de la ciudad de Kerrville, reflejando la magnitud de la devastación.
Sin embargo, la respuesta no ha estado exenta de críticas. Nim Kidd, jefe de la División de Manejo de Emergencias de Texas (TDEM), señaló que el NWS no anticipó la cantidad de lluvia que cayó, lo que limitó la preparación. Algunos expertos han cuestionado si la falta de personal en las oficinas del NWS en Austin y San Antonio, incluyendo la ausencia de un meteorólogo de coordinación de advertencias, dificultó la comunicación con los equipos de emergencia locales. Además, reportes indican que Kerr County había intentado desde 2018 obtener fondos para un sistema de alarmas de inundación, pero el proyecto nunca se materializó, dejando a muchos residentes sin alertas oportunas.
Fotografía de los escombros ocasionados debido a las inundaciones, en el área de Kerrville, Texas (EE.UU.). EFE/Alejandra Arredondo
Historias de pérdida y heroísmo
Entre las víctimas se encuentran historias desgarradoras. En Camp Mystic, ubicado en Hunt, cuatro niñas —Renee Smajstrla, Janie Hunt, Sarah Marsh y Lila Bonner— fueron confirmadas entre los fallecidos, devastando a sus familias y comunidades. Jeff Wilson, un querido profesor de secundaria de Houston, murió mientras acampaba con su esposa y su hijo de 12 años. Tanya Burwick, de 62 años, fue arrastrada por las aguas mientras conducía al trabajo en San Angelo. En un acto de valentía, el jefe de bomberos de Marble Falls, Michael Phillips, desapareció tras responder a una llamada de rescate.
Los esfuerzos de rescate han sido titánicos. Cientos de personas han sido evacuadas de campamentos y hogares inundados, muchas de ellas atrapadas en árboles o aisladas por caminos destruidos. En Hunt, las autoridades emitieron alertas debido a reportes de una posible nueva “muralla de agua”, lo que obligó a los rescatistas a retirarse temporalmente. Voluntarios locales han utilizado incluso caballos para llegar a áreas inaccesibles para vehículos, mientras la Guardia Costera y FEMA han desplegado recursos adicionales.
Un futuro incierto
Aunque las lluvias han disminuido, el NWS mantiene advertencias de inundaciones repentinas para partes del centro y norte de Texas, con pronósticos de 2 a 4 pulgadas adicionales de lluvia. Las autoridades instan a los residentes a evitar carreteras inundadas y permanecer atentos a las alertas oficiales. En áreas como Burnet, Williamson y Travis, los ríos y arroyos siguen desbordados, y la recuperación será un proceso largo y costoso.
La tragedia ha reavivado el debate sobre la preparación para desastres en Texas, especialmente en una región propensa a inundaciones. La falta de sistemas de alerta locales y las vacantes en el NWS plantean preguntas sobre cómo mejorar la coordinación y la infraestructura. Mientras tanto, las comunidades afectadas se unen en el dolor y la esperanza, con residentes como Zac Burwick, hijo de una de las víctimas, pidiendo apoyo para las familias devastadas.
Un llamado a la acción
El presidente Trump anunció que planea visitar Texas para evaluar los daños, calificando el desastre como “absolutamente horrible”. Por ahora, FEMA ha habilitado un portal para que los residentes de Kerr County soliciten asistencia federal por pérdidas no cubiertas por seguros. El gobernador Abbott, en una conferencia de prensa en Austin, pidió a los texanos que “se mantengan fuertes y resilientes, como siempre lo hemos hecho”.
A medida que las labores de búsqueda continúan y las familias esperan noticias de sus seres queridos, Texas enfrenta un desafío monumental. La tragedia no solo ha dejado cicatrices físicas en el paisaje, sino también un profundo impacto emocional en un estado conocido por su espíritu inquebrantable. La pregunta ahora es cómo se recuperará Texas y qué medidas se tomarán para evitar que una catástrofe de esta magnitud se repita.