Más de diez países enfrentan nuevas tarifas comerciales impuestas por Trump.
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El presidente Donald Trump ha intensificado su estrategia comercial al imponer nuevos aranceles a más de una docena de países, desatando temores de una guerra comercial global que podría desencadenar recesiones y aumentar los precios para los consumidores estadounidenses. Anunciados como parte de su política de “América Primero”, los aranceles, que afectan a naciones desde Japón hasta Camboya, buscan reducir el déficit comercial de EE.UU., pero han generado críticas por su impacto económico y la incertidumbre que inyectan en los mercados globales. Con cartas enviadas a líderes mundiales y un plazo hasta el 1 de agosto para negociar acuerdos, la Casa Blanca presiona a sus socios comerciales mientras el mundo observa con preocupación.
Un nuevo capítulo en la guerra comercial
Trump firmó una orden ejecutiva que impuso un arancel base del 10% a todos los países, con tarifas “recíprocas” más altas para 57 naciones, basadas en los déficits comerciales y barreras no arancelarias, como regulaciones que limitan las exportaciones estadounidenses. Estas tarifas, con tasas específicas desde el 9 de abril, oscilan entre el 11% (República Democrática del Congo) y el 50% (Lesoto). Sin embargo, tras una reacción negativa de los mercados, Trump pausó las tarifas recíprocas por 90 días, excepto para China, que enfrenta un arancel del 125%. La Casa Blanca anunció el envío de cartas a 14 países, incluyendo Japón, Corea del Sur, Malasia, Indonesia y Sudáfrica, notificando nuevas tasas de hasta el 40%, efectivas a partir del 1 de agosto.
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Trump justificó las medidas alegando que el déficit comercial de EE.UU., que alcanzó $1 billón en bienes en 2023, representa una “emergencia nacional” que debilita la manufactura y la seguridad económica. Invocando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) de 1977, el presidente argumenta que los aranceles fomentarán la producción local y obligarán a otros países a negociar acuerdos comerciales más equitativos. Sin embargo, el Tribunal de Comercio Internacional de EE.UU. dictaminó en mayo que el uso de la IEEPA para imponer estas tarifas es ilegal, aunque una corte de apelaciones permitió que permanezcan en vigor mientras se resuelve el caso.

El secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, en una fotografía de archivo. EFE/ Francis Chung
Impacto económico y reacciones globales
Los aranceles han generado una reacción en cadena. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujeron sus pronósticos de crecimiento global para 2025, advirtiendo que EE.UU. podría entrar en recesión. J.P. Morgan elevó al 60% la probabilidad de una recesión global, citando interrupciones en las cadenas de suministro y un aumento en los precios de bienes como automóviles, electrónicos y alimentos. El modelo de Penn Wharton proyecta que las tarifas reducirán el PIB de EE.UU. en un 6-8% a largo plazo y los salarios en un 5-7%, con una pérdida promedio de $22,000-$58,000 por hogar de ingresos medios durante su vida.
Empresas estadounidenses ya sienten el impacto. Los aranceles del 50% sobre el acero y aluminio han encarecido los costos para fabricantes de automóviles, aviones y alimentos enlatados. Por ejemplo, Mattel enfrentó amenazas de aranceles del 100% tras anunciar planes de diversificar su producción fuera de EE.UU., mientras que Nike y Apple vieron caídas en sus acciones del 14% y 9%, respectivamente, tras el anuncio inicial. Los consumidores enfrentan un aumento estimado de $1,183-$1,442 por hogar en 2025, según el Tax Foundation, ya que las empresas trasladan los costos adicionales.
A nivel internacional, la respuesta ha sido contundente. China impuso aranceles retaliatorios del 34% al 84% sobre productos estadounidenses y restringió exportaciones de tierras raras, esenciales para chips y baterías. La Unión Europea, que no recibió cartas, está negociando un acuerdo, pero prepara medidas en la Organización Mundial del Comercio. Japón, enfrentando un arancel del 25% (con amenazas de hasta 35%), calificó las tarifas de “decepcionantes y lamentables”. Canadá y México, exentos de las nuevas tarifas recíprocas pero sujetos a un 25% por temas de fentanilo y migración, planean contramedidas.
Estrategia de negociación o caos económico
Trump ha descrito los aranceles como una herramienta de negociación, alentando a los países a trasladar la producción a EE.UU. para evitar las tarifas. “El acceso al mercado estadounidense es un privilegio”, afirmó en un discurso en la Casa Blanca, prometiendo que las tarifas generarán ingresos para reducir el déficit y financiar recortes fiscales. Sin embargo, economistas como Mark Zandi de Moody’s Analytics advierten que, si las retaliaciones persisten, tanto EE.UU. como otros países podrían enfrentar “recesiones graves”.
La pausa de 90 días permitió acuerdos limitados con Reino Unido (10% de aranceles) y Vietnam (20%), pero las negociaciones con Japón, Malasia y la UE han avanzado poco. Trump ha insistido en que las tarifas son “amables”, ya que podrían ser más altas según los déficits comerciales. Sin embargo, la incertidumbre ha generado volatilidad en los mercados, con el Dow cayendo un 4% y el Nasdaq un 6% tras el anuncio inicial, aunque una recuperación del 7-8% ocurrió tras la pausa de abril.

Fotografía de archivo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. EFE/EPA/ Bonnie Cash
Críticas y perspectivas
Dentro de EE. UU., las tarifas enfrentan oposición. El senador Ron Wyden calificó la estrategia de Trump como “caótica” y sin visión clara, mientras que Chuck Schumer instó a revertir la “guerra comercial temeraria”. Incluso dentro del Partido Republicano, hay voces críticas, preocupadas por el impacto en los consumidores y las industrias. Por otro lado, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el asesor comercial Peter Navarro defienden las tarifas como esenciales para la seguridad nacional y la manufactura.
A nivel global, líderes como el primer ministro japonés Shigeru Ishiba y el australiano Anthony Albanese han criticado las tarifas como un “acto poco amistoso”. La UE, a través de la comisaria Ursula von der Leyen, busca evitar una guerra comercial, pero no descarta “respuestas apropiadas” para proteger sus exportaciones, como los productos agroalimentarios italianos.
Un futuro incierto
Con el plazo del 1 de agosto acercándose, el mundo espera más claridad. Trump ha sugerido que los aranceles podrían aumentar si los países retaliaran, lo que agrava las tensiones. Mientras tanto, las pequeñas empresas y los consumidores estadounidenses enfrentan la presión de precios más altos y una economía incierta. Si bien Trump promete una “renovación” de la manufactura, los costos inmediatos y las retaliaciones globales sugieren un camino lleno de riesgos. La pregunta ahora es si su estrategia logrará acuerdos comerciales favorables o desatará una crisis económica global.