Estados Unidos está ejecutando una de las expansiones más grandes de su sistema de detención migratoria en décadas. Desde la toma de posesión del presidente Donald Trump en enero de 2025, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ha sumado más de 60 nuevos centros migratorios, incluidos acuerdos con cárceles locales, prisiones federales y contratistas privados. La meta: alcanzar un millón de arrestos de inmigrantes al año.
Esta red ampliada de centros migratorios forma parte del plan federal para endurecer la política migratoria y acelerar las deportaciones masivas, a través de una estructura logística sin precedentes. Tan solo entre el 27 de mayo y el 9 de junio, estos nuevos centros migratorios alojaron a unas 5.600 personas por día, de acuerdo con cifras oficiales revisadas por Bloomberg.
Centros migratorios operados por cárceles, empresas privadas y hasta Guantánamo
De los nuevos centros migratorios, cinco son administrados directamente por la Oficina Federal de Prisiones, mientras que al menos cuatro están a cargo de corporaciones privadas como CoreCivic Inc. y GEO Group Inc., dos de los contratistas más grandes del país. Incluso se han activado dos instalaciones en la base naval de Guantánamo, en Cuba, un hecho que ha generado fuerte controversia en círculos defensores de derechos humanos.
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Fotografía de archivo de guatemaltecos esperando en la base de la Fuerza Aérea de Guatemala, durante el primer vuelo de deportados enviado por Estados Unidos desde El Paso, Texas, en Ciudad de Guatemala (Guatemala). EFE/ David Toro
La administración Trump también ha instruido a los estados, especialmente a los gobernados por republicanos, a que colaboren en la estrategia. Florida, por ejemplo, inauguró la semana pasada un campamento en los Everglades apodado «Alligator Alcatraz», donde se estima que se podrán alojar hasta 3.000 migrantes arrestados por el ICE y autoridades locales. Su peculiar ubicación, en un aeródromo en desuso y rodeado de zonas pantanosas, fue aplaudida por Trump: “Tienen un montón de policías en forma de caimanes”, declaró durante una visita.
Este tipo de iniciativas buscan acelerar los arrestos y facilitar la logística de deportación. Según las metas oficiales, se espera mantener detenidas a más de 100.000 personas en centros migratorios al mismo tiempo.
Aumentan las redadas y los arrestos en todo el país
Paralelamente al aumento de los centros migratorios, la administración intensificó las operaciones del ICE en calles, negocios y espacios públicos. En junio, el número de detenciones diarias superó las 1.000, impulsado por una política de colaboración interagencial con la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Administración para el Control de Drogas (DEA) y hasta el Servicio de Impuestos Internos (IRS).
Fotografía de archivo del 31 de enero de 2025 de migrantes deportados de Estados Unidos a su llegada a la base aérea Armando Escalon, en San Pedro Sula (Honduras). EFE/ Jose Valle
Estas redadas han alcanzado todo tipo de lugares, desde autolavados y estacionamientos de Home Depot hasta zonas donde se congregan jornaleros. En estos operativos, agentes del ICE utilizan tecnología de reconocimiento facial, bases de datos compartidas y vigilancia aérea para localizar e identificar inmigrantes en situación irregular.
El objetivo es llegar a las 3.000 detenciones diarias. Para ello, se necesitan más centros migratorios y más recursos humanos. Según declaraciones de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, el gobierno está comprometido con destinar hasta $45.000 millones del presupuesto nacional para este fin, dentro de un paquete mayor de $150.000 millones para control migratorio.
¿Qué hay detrás de los nuevos centros migratorios?
Detrás del aumento en los centros migratorios está una vieja ley de 1996, que exige mantener bajo custodia a ciertos inmigrantes acusados de delitos considerados deportables. Doris Meissner, exdirectora del extinto Servicio de Inmigración y Naturalización (INS), explicó que esta legislación amplió enormemente la lista de delitos que pueden llevar a la deportación automática. Con la nueva política, incluso infracciones menores pueden derivar en detención obligatoria.
Meissner señaló que la actual administración ha superado en escala y alcance cualquier otro intento anterior de expansión del sistema de detención migratoria. Incluso los momentos más duros de las décadas pasadas —como tras el 11 de septiembre— no se comparan con el nivel de recursos y logística que ahora se moviliza para los centros migratorios.
Aunque la expansión genera preocupación entre defensores de derechos civiles, la Casa Blanca mantiene su postura firme. Trump ha declarado que estos esfuerzos son parte esencial para “restaurar la seguridad nacional” y “hacer cumplir la ley”, subrayando que el país “no puede sostener una inmigración sin control”.
Al cierre de junio, más de 59.000 personas estaban detenidas por ICE en todo el país, pese a que el Congreso había aprobado presupuesto solo para unas 41.500 camas. La diferencia se cubre con contratos temporales y convenios estatales que extienden el uso de centros migratorios improvisados, incluidos contenedores adaptados y complejos móviles.
Menos cruces fronterizos, más detenciones internas
Curiosamente, mientras se expande la red de centros migratorios, el número de personas atrapadas cruzando la frontera ha disminuido drásticamente. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), en junio se registraron apenas 6.000 detenciones en toda la frontera suroeste con México, una cifra que no se veía desde la década de 1960.
Esto no significa que haya menos inmigración irregular, sino que la estrategia ha cambiado. La administración Trump apuesta ahora por detenciones masivas dentro del país. Con el uso de tecnologías de rastreo, redes de informantes y cooperación con agencias locales, la migración se ha vuelto un blanco móvil que ya no depende exclusivamente del control fronterizo.
Mientras tanto, organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y Human Rights Watch han denunciado condiciones inadecuadas en varios de estos centros migratorios, incluyendo hacinamiento, falta de acceso a abogados y atención médica deficiente.
La expansión de los centros migratorios bajo la administración Trump marca un antes y un después en la política migratoria de Estados Unidos. Y aunque muchos de los aspectos logísticos se siguen afinando, lo que ya está claro es que la política migratoria de 2025 se centrará más que nunca en la detención y deportación sistemática de personas indocumentadas.