Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Stanford ha abierto una puerta esperanzadora en la lucha contra el Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo. Investigadores han logrado revertir síntomas en ratones al usar inhibidores de la enzima LRRK2, una proteína relacionada con un subtipo genético de la enfermedad.
Este hallazgo, publicado en julio de 2025, sugiere que bloquear la actividad excesiva de LRRK2 podría estabilizar los síntomas y mejorar la comunicación neuronal, especialmente si se aplica en las primeras etapas de la enfermedad. Con ensayos clínicos en curso, estos resultados podrían marcar un hito en el desarrollo de terapias que no solo alivien, sino que también frenen la progresión del Parkinson.
El equipo, encabezado por la neurocientífica Suzanne Pfeffer, se enfocó en ratones con una mutación que provoca hiperactividad de LRRK2, una de las causas genéticas más comunes del Parkinson, presente en cerca del 25% de los casos genéticos. Esta mutación altera la estructura de las células cerebrales, afectando la comunicación entre las neuronas dopaminérgicas y el cuerpo estriado, una región clave para el movimiento y la motivación. Al administrar el inhibidor MLi-2, los investigadores lograron restaurar conexiones neuronales esenciales, ofreciendo una posible vía para ralentizar el deterioro causado por la enfermedad.
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Restaurando conexiones
El estudio comenzó con un tratamiento de dos semanas con MLi-2, pero los resultados iniciales fueron decepcionantes, ya que no se observaron cambios significativos en la estructura cerebral de los ratones. Sin embargo, los investigadores descubrieron que los cilios primarios, estructuras celulares que actúan como antenas para la comunicación entre neuronas, podían regenerarse en células maduras, inspirados por estudios previos sobre ciclos circadianos. Esto los llevó a extender el tratamiento a tres meses. Los resultados fueron sorprendentes: los ratones tratados mostraron una recuperación notable en la densidad de cilios primarios, comparable a la de ratones sanos.
Esta regeneración permitió que las neuronas dopaminérgicas volvieran a comunicarse eficazmente con el cuerpo estriado, reactivando la producción de factores neuroprotectores. Además, los indicadores de densidad de terminaciones nerviosas dopaminérgicas se duplicaron, lo que sugiere que el tratamiento no solo estabiliza el daño, sino que podría reparar neuronas afectadas. “Estos resultados superaron nuestras expectativas y muestran que los inhibidores de LRRK2 para Parkinson tienen un gran potencial para restaurar la actividad neuronal”, afirmó Pfeffer.
Ensayos clínicos en marcha
El impacto de estos hallazgos va más allá de los laboratorios. Actualmente, varias compañías, como Denali Therapeutics y Biogen, están evaluando inhibidores de LRRK2 en ensayos clínicos. Por ejemplo, el compuesto BIIB122 (también conocido como DNL151) está en pruebas de fase 2b, mientras que BIIB094, un oligonucleótido antisentido, se encuentra en fase 1.

Estos ensayos buscan confirmar si los inhibidores de LRRK2 pueden ser seguros y efectivos en humanos, especialmente en pacientes con mutaciones genéticas como G2019S, que aumenta la actividad de la enzima. Aunque los estudios en ratones son prometedores, los expertos advierten que el Parkinson es una enfermedad compleja que puede requerir terapias combinadas para maximizar los beneficios.
Un desafío clave es detectar la enfermedad en sus primeras etapas, ya que los síntomas motores, como los temblores, pueden aparecer hasta 15 años después de los primeros cambios cerebrales. La National Institutes of Health subraya que identificar biomarcadores, como los niveles de fosfolípidos lisosomales en orina, podría ayudar a diagnosticar el Parkinson temprano y mejorar la eficacia de los tratamientos con inhibidores de LRRK2.
Seguridad y próximos pasos
Aunque los resultados en ratones son alentadores, la seguridad de los inhibidores de LRRK2 sigue siendo una preocupación. Estudios previos han reportado efectos secundarios en tejidos periféricos, como cambios reversibles en los pulmones de primates no humanos tratados con compuestos como MLi-2. Sin embargo, ensayos clínicos iniciales de DNL201 en humanos han mostrado que el compuesto es bien tolerado, sin efectos adversos graves, y logra penetrar la barrera hematoencefálica para actuar en el cerebro. Estos datos, respaldados por la Michael J. Fox Foundation, sugieren que los inhibidores de LRRK2 podrían ser seguros para uso a largo plazo, aunque se necesitan estudios más prolongados.

El aumento proyectado de casos de Parkinson, que podría superar los 25 millones para 2050, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, resalta la urgencia de desarrollar terapias que no solo traten los síntomas, sino que frenen la progresión de la enfermedad. Mientras los investigadores continúan explorando cómo los inhibidores de LRRK2 para Parkinson pueden beneficiar tanto a pacientes con mutaciones genéticas como a aquellos con formas esporádicas, la comunidad científica mantiene la esperanza de que estos avances se traduzcan en tratamientos efectivos para los pacientes en un futuro cercano.