Las deportaciones en Estados Unidos están dejando una marca profunda en la salud mental de miles de migrantes, quienes enfrentan miedo constante, ansiedad y depresión ante la incertidumbre de ser detenidos. Desde el inicio de 2025, el endurecimiento de las políticas migratorias ha generado un aumento alarmante en la demanda de apoyo psicológico, según reporta Acción Migrante, una plataforma creada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.
Historias como la de Byron Castillo, un hondureño de 32 años deportado en mayo tras casi cuatro años en Fresno, California, reflejan el costo emocional de estas medidas. “No duermo, no como, no sé qué hacer ahora”, confiesa Byron, quien fue separado de su vida en EE.UU. sin poder despedirse de su familia.
Acción Migrante, lanzada en febrero de 2025, ha visto un incremento dramático en las solicitudes de ayuda psicológica, pasando de 30 casos semanales a más de 200 desde junio. La plataforma, que opera con el apoyo de cinco sedes de la UNAM en Estados Unidos y la Red Consular de México, atiende tanto a mexicanos como a migrantes de otras nacionalidades. Los principales problemas reportados incluyen estrés severo, ansiedad y depresión, agravados por el temor a las redadas y la separación familiar.
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Un estrés que no cesa
El impacto de las deportaciones va más allá de la detención misma. Según María Elena Medina, coordinadora de salud mental de Acción Migrante, el miedo constante a ser detectado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) crea un estado de alerta que afecta la vida diaria de los migrantes. “La gente deja de ir a la iglesia, al hospital o a la escuela por temor a ser detenida”, explica Medina. Este estrés crónico puede derivar en trastornos graves, como el trastorno de estrés postraumático, especialmente en quienes han sido separados de sus hijos o seres queridos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los migrantes enfrentan un riesgo mayor de problemas de salud mental en comparación con la población local, debido a factores como el desarraigo, la discriminación y las políticas restrictivas de los países de acogida. En EE.UU., las redadas migratorias han intensificado este panorama. Desde enero de 2025, ICE ha reportado un aumento en las detenciones, con más de 150,000 personas bajo custodia migratoria en el primer semestre, según datos preliminares del Departamento de Seguridad Nacional.
El trauma en las familias
El impacto de las deportaciones no se limita a los adultos. Los niños, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses, sufren las consecuencias del miedo y la separación. Lisa Fortuna, presidenta del Consejo de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para Niños, Adolescentes y sus Familias, destaca que la incertidumbre sobre si sus padres estarán en casa genera un estrés tóxico en los menores. “Esto afecta su sueño, su aprendizaje y su desarrollo emocional”, afirma Fortuna. En comunidades latinas, donde las redadas han sido más frecuentes, el trauma intergeneracional se está convirtiendo en un problema creciente, con efectos que podrían persistir por años.

Acción Migrante reporta que el 72% de las personas que buscan ayuda son mujeres, muchas de ellas madres que lidian con ansiedad y depresión mientras intentan proteger a sus familias. Los hombres, por su parte, muestran mayores índices de abuso de sustancias y problemas de conducta, a menudo como respuesta al estrés de la inestabilidad económica y el temor a la deportación. La plataforma ofrece evaluaciones iniciales para conectar a los usuarios con especialistas, pero Medina subraya la importancia de actuar rápido para prevenir consecuencias más graves, como pensamientos suicidas o violencia doméstica.
Buscando soluciones
Para enfrentar esta crisis, expertos como Fortuna recomiendan fortalecer las redes de apoyo comunitario y garantizar el acceso a servicios de salud mental sin importar el estatus migratorio. En México, Acción Migrante está trabajando con consulados y organizaciones locales para ofrecer sesiones virtuales y presenciales, pero la demanda supera los recursos disponibles. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) enfatiza que el proceso migratorio implica una redefinición de identidades y roles, lo que puede generar tensiones profundas si no se abordan con políticas inclusivas.
En EE.UU., algunos estados han comenzado a implementar programas para proteger a las comunidades migrantes, como clínicas de salud mental gratuitas en California y Nueva York. Sin embargo, las políticas federales siguen siendo un obstáculo. La OMS aboga por enfoques que integren la salud mental en los sistemas de salud pública, con énfasis en la sensibilidad cultural y el acceso equitativo. Mientras tanto, historias como la de Byron Castillo recuerdan el costo humano de las deportaciones, un tema que sigue resonando en las comunidades migrantes y sus familias.