El pasado 4 de julio, la Ciudad de México fue escenario de intensas protestas encabezadas por colectivos que rechazan el proceso de gentrificación en colonias emblemáticas como Roma y Condesa. Coincidiendo con el Día de la Independencia de Estados Unidos, la manifestación se tornó violenta en algunos puntos y dejó como mensaje central un grito directo: “¡Fuera gringos!”.
El blanco de las críticas fueron principalmente ciudadanos estadounidenses, a quienes los manifestantes responsabilizan del aumento exponencial en los precios de la vivienda. Con pancartas en inglés y español, calcomanías en muros y pintas agresivas, cientos de personas marcharon por zonas altamente turísticas exigiendo políticas públicas que garanticen el acceso digno a la vivienda.
Las protestas ocurrieron en un contexto de creciente malestar social ante la llegada de extranjeros con alto poder adquisitivo —especialmente nómadas digitales de Estados Unidos— que, según denuncian los colectivos, desplazan a los habitantes tradicionales de estos barrios históricos.
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“Fuera gringos”: protestas en la Ciudad de México por la gentrificación
Durante la denominada “Marcha contra la gentrificación”, los manifestantes se concentraron en rechazar la transformación de zonas populares en enclaves exclusivos para turistas o residentes extranjeros. En las colonias Roma y Condesa, donde la renta de un departamento puede superar fácilmente los 25,000 pesos mensuales (unos $1,400 dólares), los residentes denuncian que cada vez es más difícil sostener la vida cotidiana.
“¡Fuera gringos!”: protestan contra la gentrificación en CDMX. Foto: X/@ElFinanciero_Mx/Cuartoscuro
“Gringos, go back to your country”, se leía en calcomanías pegadas en negocios, mientras se lanzaban objetos contra cafeterías, galerías de arte y locales que se perciben como símbolos de la transformación urbana. El epicentro de la indignación fue la percepción de que estas zonas han dejado de pertenecer a los mexicanos y se han convertido en escaparates para extranjeros privilegiados.
Las protestas fueron criticadas por algunos sectores de la población por su tono xenofóbico, y aunque el Frente Anti-Gentrificación de la Ciudad de México condenó la violencia, defendió el derecho a expresar el hartazgo ante la falta de soluciones concretas.
El fenómeno de la gentrificación y la presencia estadounidense
La gentrificación, entendida como el proceso en que sectores populares se transforman por la llegada de habitantes con mayores ingresos, no es nueva en la capital mexicana. Sin embargo, un estudio publicado en 2024 por la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias reveló que la Ciudad de México ha entrado en una etapa de “supergentrificación”, especialmente en zonas como Roma Norte, Hipódromo y Condesa.
El informe advierte que el acceso a la vivienda se ha reducido de manera alarmante, lo que ha forzado a miles de familias mexicanas a abandonar estas áreas. Si bien los investigadores no responsabilizan exclusivamente a los estadounidenses, sí identifican que la llegada de nómadas digitales —en su mayoría provenientes de Estados Unidos— ha acentuado el problema.
“¡Fuera gringos!”: protestan contra la gentrificación en CDMX. Foto: X/@ElFinanciero_Mx/Cuartoscuro
En 2022, el número de extranjeros viviendo en la Ciudad de México ascendía a unos 11,000, pero de acuerdo con la Asociación de Estadounidenses Residiendo en el Extranjero (AARO), para 2023 el país albergaba a más de 1.18 millones de ciudadanos estadounidenses, siendo el mayor destino fuera de su país.
Uno de los factores clave ha sido el auge de plataformas como Airbnb. Muchos propietarios han optado por convertir sus viviendas en alojamientos temporales para extranjeros, lo que ha disminuido drásticamente la oferta de alquileres tradicionales. En palabras de un manifestante: “Gringo, mi ciudad no es Airbnb”.
“Fuera gringos” y Airbnb: la política y la vivienda en la capital mexicana
Durante su mandato como jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum firmó un acuerdo con Airbnb y la UNESCO para fomentar el turismo cultural en medio de la pandemia. La iniciativa buscaba atraer a nómadas digitales, pero desató preocupaciones por el impacto en el mercado inmobiliario.
En 2023, el gobierno revirtió esa política y propuso regulaciones para limitar el uso de viviendas exclusivamente como alojamientos turísticos. Sin embargo, especialistas aseguran que estas medidas han sido insuficientes y mal implementadas, lo que ha perpetuado la crisis de vivienda.
Paul Lara, periodista residente en Condesa, contó que tras 13 años viviendo en el mismo apartamento, fue notificado por su arrendador que debía desalojar el lugar para convertirlo en un Airbnb. Su historia refleja la situación de miles de capitalinos que ven cómo sus barrios de toda la vida se transforman en vitrinas turísticas, desplazándolos a zonas más alejadas y con menor acceso a servicios.
El fenómeno ha tenido efectos no solo económicos, sino también culturales. “Esto cambia todo: el ritmo de vida, el tiempo de traslado, el sentido de comunidad”, explicó Lara. Según sus declaraciones, la política urbana actual prioriza las ganancias sobre el bienestar de los residentes.
¿Es Trump parte del problema?
En medio de las protestas, varios manifestantes también dirigieron sus críticas hacia figuras como Donald Trump y Elon Musk. Algunas pancartas mostraban sus rostros tachados, y muros de la ciudad fueron pintados con mensajes como “Trump, go home”.
Aunque el presidente estadounidense no tiene una conexión directa con el proceso de gentrificación en México, su figura ha sido utilizada como símbolo de la política migratoria dura y del poder económico extranjero que invade espacios locales. La reacción del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. (DHS) no se hizo esperar: desde su cuenta oficial, publicó un mensaje irónico sugiriendo a los indocumentados usar la app CBP Home para regresar y unirse a las marchas.
Analistas señalan que si bien el rechazo directo a Trump puede tener un componente de catarsis, el problema de fondo es estructural y responde a la falta de políticas públicas efectivas para regular el mercado de la vivienda y proteger a los inquilinos ante el embate del capital extranjero.
El reclamo de fondo: vivienda digna y justicia urbana
Más allá del lema “fuera gringos”, las protestas en la Ciudad de México reflejan una tensión creciente entre el desarrollo urbano, el turismo y los derechos sociales. La gentrificación no solo expulsa a los residentes históricos de sus barrios, también borra la memoria cultural de las zonas y profundiza la desigualdad.
La capital mexicana no es la única en enfrentar estas tensiones. Ciudades como Lisboa, Barcelona, Ámsterdam o Berlín han vivido episodios similares de protesta contra el turismo masivo y la transformación urbana impulsada por el capital global. En todos estos casos, el acceso a la vivienda y la pérdida del tejido social han sido los principales motivos de descontento.
En la Ciudad de México, la pregunta sigue abierta: ¿puede el desarrollo económico convivir con el derecho a la vivienda? Por ahora, las voces de protesta —aunque disonantes y a veces desbordadas— siguen exigiendo respuestas claras y acciones urgentes.