La preocupación por el acceso a alimentos crece en varias regiones del país tras la aprobación del llamado “gran y hermoso proyecto de ley”, una ambiciosa propuesta legislativa impulsada por el presidente Donald Trump que ya comienza a generar consecuencias en la vida cotidiana de millones de familias. Con recortes significativos al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) y a Medicaid, además de la imposición de nuevos requisitos laborales para los beneficiarios, se prevé un fuerte aumento en el uso de bancos de alimentos en EE.UU.
Tan solo en California Central, más de 300,000 personas que dependen de los beneficios de SNAP podrían ver reducida o eliminada la ayuda que reciben para alimentar a sus familias. Esta situación preocupa particularmente a las organizaciones comunitarias que ya operan con recursos limitados.
Bancos de alimentos en EE.UU. se preparan para un aumento en la demanda
Natalie Caples, codirectora ejecutiva del Banco de Alimentos de California Central, fue tajante al advertir sobre la magnitud del desafío que se avecina: “Estamos hablando de trabajadores con bajos ingresos, personas que ya están al límite. Muchos de ellos son padres o madres que hacen todo lo posible por ofrecer a sus hijos una alimentación saludable y nutritiva. Estos recortes los van a golpear directamente”.
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El Banco de Alimentos de California Central forma parte de Feeding America, la mayor red nacional de bancos de alimentos en EE.UU., que ya ha comenzado a monitorear los posibles efectos de esta nueva política. Según sus estimaciones, los recortes a SNAP podrían generar una necesidad adicional de entre 6,000 y 9,000 millones de comidas al año a nivel nacional. Para entender la escala del problema, Caples recuerda que, el año pasado, toda la red de Feeding America distribuyó aproximadamente 6,000 millones de comidas. “Ahora podríamos tener que duplicar ese esfuerzo”, alertó.
Iglesias y organizaciones comunitarias intentan cubrir el vacío
Frente a esta situación, varias entidades religiosas y organizaciones sin fines de lucro han comenzado a actuar. En Fresno, por ejemplo, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días organizará una entrega masiva de alimentos secos, trasladados desde Utah. La distribución contará con la presencia de autoridades locales como el supervisor del condado, Nathan Magsig, quien ha manifestado su apoyo al proyecto legislativo de Trump.
Según Magsig, estos cambios representan una oportunidad para que las comunidades recuperen su papel activo: “Con la reducción del déficit federal, necesitaremos que iglesias, ONGs y voluntarios intensifiquen su apoyo a los más vulnerables. No podemos dejarle todo al gobierno”.
Imagen de archivo de un banco de alimentos y sus voluntarios. Foto: EFE
Sin embargo, desde los bancos de alimentos en EE.UU. la perspectiva es menos optimista. “La buena voluntad de las iglesias y organizaciones comunitarias es valiosa, pero no hay nivel de donaciones privadas que pueda reemplazar los $1,000 millones de dólares que se están recortando al programa SNAP”, señaló Caples.
Bancos de alimentos en EE.UU. enfrentan desafíos estructurales
El problema no solo es la cantidad de comida, sino la infraestructura necesaria para atender una demanda que podría duplicarse en cuestión de meses. Muchos bancos de alimentos en EE.UU. ya operan en condiciones precarias: almacenes pequeños, personal limitado, sistemas logísticos dependientes de voluntarios y vehículos donados. Con el alza esperada en la cantidad de personas necesitadas, el sistema entero podría colapsar si no se refuerza adecuadamente.
Otra preocupación es la estigmatización de quienes acuden a buscar alimentos. “Estamos viendo que muchos beneficiarios son trabajadores, personas que tienen uno o incluso dos empleos, pero no logran cubrir sus necesidades básicas”, explicó Caples. La narrativa de que quienes reciben ayuda no trabajan es, según ella, peligrosa y errónea.
Además, la carga emocional que enfrentan quienes deben recurrir a los bancos de alimentos en EE.UU. no debe subestimarse. Muchas personas lo hacen por primera vez, tras perder sus beneficios de SNAP, y sienten vergüenza o temor al ser juzgadas.
Piden revisión de los recortes y mayor transparencia
Diversas coaliciones de derechos civiles, organizaciones anti-hambre y líderes comunitarios están solicitando una revisión de los recortes aprobados y una evaluación de impacto detallada. Argumentan que las decisiones tomadas en Washington D.C. afectan de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables del país.
También piden mayor transparencia sobre cómo se aplicarán los nuevos requisitos laborales, ya que muchos temen que se utilicen como herramienta para excluir a quienes enfrentan barreras reales al empleo, como discapacidades, falta de transporte, o cuidado de niños.
En medio de este panorama, los bancos de alimentos en EE.UU. se convierten nuevamente en la última línea de defensa contra el hambre, aunque sus líderes advierten que no podrán hacerlo solos.