El enfrentamiento entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha escalado a niveles sin precedentes, luego de que el gobierno estadounidense anunciara un arancel del 50 % a las importaciones provenientes de Brasil. La medida, justificada por Trump como una reacción ante la “persecución política” contra Jair Bolsonaro, desató una crisis diplomática que evidencia cómo el presidente republicano está utilizando los aranceles como instrumentos de presión geopolítica.
El conflicto no se limita a lo comercial. Se trata de una clara señal de injerencia política en los asuntos internos de Brasil, al criticar las decisiones del Supremo Tribunal Federal, en especial el proceso judicial que enfrenta Bolsonaro por su participación en el intento de golpe del 8 de enero de 2023.
Trump contra Lula: una ofensiva disfrazada de sanciones comerciales
La reciente decisión de imponer un nuevo arancel se suma a otras tarifas del 10 % y 25 % sobre productos clave como el acero y el aluminio. Pero a diferencia de medidas anteriores, esta acción no se basa en prácticas desleales como el dumping o barreras de acceso al mercado. Por el contrario, Estados Unidos mantiene una balanza comercial favorable con Brasil: ha acumulado un superávit de 410.000 millones de dólares en los últimos 15 años.
Te Recomendamos
Brasilia puede contrarrestar también «amenazas de recargos». Foto: EFE
A través de esta medida, Trump convierte a los aranceles en armas políticas, apelando a la Sección 301, tradicionalmente usada para responder a prácticas desleales, pero ahora manipulada para castigar decisiones judiciales ajenas a la política exterior estadounidense.
El pretexto: supuestas restricciones a la libertad de expresión en Brasil, basadas en decisiones judiciales que han ordenado la remoción de contenido en redes sociales. Para Trump, el gobierno de Lula censura plataformas estadounidenses, cuando en realidad los fallos provienen del poder judicial brasileño, que actúa con independencia del Ejecutivo.
La respuesta de Lula ante los aranceles como armas políticas
La reacción del gobierno brasileño fue rápida. Lula reunió a su gabinete y anunció que Brasil responderá “conforme a la Ley de Reciprocidad Económica”, aprobada en abril. Además, convocó a consultas a su embajadora en Washington, mientras su vicepresidente Geraldo Alckmin entabló conversaciones con funcionarios estadounidenses para intentar desactivar la crisis.
No obstante, el contexto interno en Brasil es complejo. La popularidad de Lula ha disminuido —según el informe Latam Pulse de Bloomberg— con un 52 % de desaprobación frente a un 42 % de apoyo. A menos de 15 meses de las elecciones presidenciales de 2026, Lula enfrenta la presión de mantener la estabilidad económica y la legitimidad institucional, sin caer en provocaciones que puedan perjudicar su imagen.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, en una fotografía de archivo. EFE/David Maxwell
A pesar del riesgo de escalada, Lula podría aprovechar el conflicto con Trump para fortalecer su liderazgo frente a un electorado que valora la defensa de la soberanía y la independencia judicial. La historia reciente muestra que ataques desde Washington pueden reforzar la imagen de mandatarios latinoamericanos, como ocurrió con AMLO en México o Mark Carney en Canadá.
Aranceles como armas políticas: repercusiones regionales y globales
El uso de aranceles como armas políticas no es nuevo en la política exterior de Trump, pero la agresividad de esta medida contra Brasil ha encendido las alarmas. El impacto inmediato recae sobre sectores como el agroexportador, la industria del aluminio y las manufacturas brasileñas. Sin embargo, el efecto más profundo es político: erosiona la confianza en los acuerdos multilaterales y abre la puerta a un realineamiento geopolítico.
Brasil, que ya estrecha lazos con China e India, podría acelerar su integración en plataformas como BRICS y CELAC para contrarrestar la presión estadounidense. La visita de Lula a Beijing y su encuentro con Narendra Modi refuerzan esta tendencia.
En este nuevo escenario de multipolaridad, el unilateralismo de Trump proyecta a Estados Unidos como un socio impredecible. Para países del Sur Global, la lección es clara: la dependencia comercial con EE.UU. puede transformarse en vulnerabilidad política.
Trump contra Lula: tensión hemisférica y futuro incierto
Si ambos líderes permanecen en el poder después de 2026, el continente podría enfrentar un periodo de fuertes tensiones entre dos figuras antagónicas. Incluso si en Brasil triunfa la derecha, Trump ha demostrado que sus intereses son personales, no ideológicos: su política exterior responde a necesidades electorales, más que a principios estratégicos.
Trump ya ha confrontado a aliados históricos como la Unión Europea, Canadá o Corea del Sur. Su estilo transaccional convierte a los socios en piezas negociables. En este caso, Brasil es el blanco, pero el mensaje es para toda América Latina: quien cuestione a Trump, será sancionado.
Al final, el uso de aranceles como armas políticas es una herramienta peligrosa que debilita el comercio internacional y transforma las reglas del juego diplomático. El conflicto entre Trump y Lula es solo una muestra de cómo los intereses personales pueden impactar las relaciones entre democracias. Y mientras tanto, los sectores productivos, las instituciones multilaterales y las comunidades migrantes —particularmente en Estados Unidos— enfrentan un escenario más inestable, polarizado y volátil.