Estados Unidos confirmó el despliegue de un segundo buque de guerra, el USS Spruance, en aguas cercanas a la frontera con México, intensificando las operaciones de seguridad marítima en el Océano Pacífico.
El anuncio, hecho por el Comando Norte de EE.UU. (USNORTHCOM) el sábado pasado, subraya el compromiso del gobierno de Donald Trump de fortalecer el control fronterizo tras su toma de posesión el 20 de enero. El destructor de misiles guiados, que zarpó desde la Base Naval de San Diego, se suma al USS Gravely, desplegado en el Golfo de México desde el 15 de marzo, marcando una escalada en la presencia militar estadounidense en la región.
El general Gregory Guillot, comandante del Comando Norte, destacó que el USS Spruance aportará “capacidad adicional” para combatir amenazas como el terrorismo marítimo, la proliferación de armas, el crimen transnacional y la inmigración ilegal por mar. Equipado con misiles guiados y un helipuerto, el buque operará junto a un Destacamento de Aplicación de la Ley (LEDET) de la Guardia Costera, especializado en interdicciones marítimas. Este despliegue responde directamente a una orden ejecutiva presidencial emitida en febrero, enfocada en restaurar la “integridad territorial” de EE.UU., según un comunicado oficial del Departamento de Defensa.
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Doble presencia marítima
El USS Spruance no está solo en su misión. Mientras este buque de guerra patrulla la costa oeste, el USS Gravely vigila el Golfo de México, cubriendo ambos flancos marítimos de la frontera sur. El Comando Norte informó que esta estrategia busca ampliar la cobertura geográfica de las operaciones, apoyando al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en la lucha contra el narcotráfico y la migración irregular. Desde su llegada al Golfo, el Gravely ha participado en misiones antidrogas, aunque no se han revelado incautaciones específicas hasta el momento. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, afirmó el lunes que estas acciones reflejan un enfoque “coordinado y robusto” para proteger las aguas estadounidenses.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó al despliegue el pasado viernes, asegurando que ambos buques operan en aguas internacionales y no violan la soberanía mexicana. “Nos informaron previamente, y su misión es vigilar rutas de tráfico ilícito”, declaró desde Palacio Nacional, enfatizando la cooperación bilateral en materia de seguridad. Sin embargo, la presencia simultánea de dos destructores clase Arleigh Burke, conocidos por su tecnología avanzada y capacidad de combate, ha generado especulaciones sobre una postura más agresiva de EE.UU. en la región.
EE.UU. y el impacto en la frontera
El despliegue del segundo buque de guerra coincide con un aumento en las tensiones migratorias y comerciales entre ambos países. Desde enero, las políticas de Trump han incluido amenazas de aranceles del 25% a importaciones mexicanas y canadienses, justificadas como una medida para frenar el flujo de drogas como el fentanilo.
El DHS reportó que, en febrero, los cruces fronterizos desde México disminuyeron un 15% respecto al mismo mes de 2024, aunque no se especificó si esto se debe a la presencia naval. Por su parte, la Guardia Costera señaló que los LEDET a bordo de ambos buques han intensificado patrullajes, enfocándose en embarcaciones sospechosas en rutas clave del Pacífico y el Golfo.
La economía local también siente el impacto. En San Diego, comerciantes reportan una baja en el turismo marítimo, mientras que en comunidades pesqueras mexicanas cercanas a Baja California, líderes han expresado preocupación por posibles restricciones en sus actividades.
Aunque el USS Spruance y el Gravely operan fuera de las 12 millas náuticas que delimitan las aguas territoriales mexicanas, su presencia es un recordatorio visible de la prioridad que Trump otorga a la seguridad fronteriza. A medida que las operaciones avanzan, el gobierno estadounidense promete más actualizaciones, mientras México observa de cerca cómo estas acciones podrían influir en la dinámica bilateral en los próximos meses.