El dólar registró su peor desempeño semestral en más de cinco décadas, sacudido por políticas fiscales agresivas, tensiones geopolíticas y la creciente desconfianza del mercado.
El dólar estadounidense ha tenido un primer semestre de 2025 para el olvido. La moneda, considerada durante décadas como un refugio seguro en tiempos de incertidumbre, acaba de cerrar su peor caída semestral desde 1973, con una depreciación superior al 10% frente a una cesta de monedas internacionales.
Analistas financieros señalan que el desplome ha sido provocado por una combinación de factores internos, como las políticas fiscales del presidente Donald Trump, la inestabilidad legislativa y la presión sobre la Reserva Federal. El impacto ha sido tan profundo que ha superado las previsiones más pesimistas y ha generado preocupación entre los mercados internacionales sobre el futuro del dólar como moneda de referencia global.
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Caída del dólar por medidas fiscales y comerciales
Desde enero, el índice del dólar —que mide su fortaleza frente a seis monedas importantes como el euro, el yen japonés y la libra esterlina— ha perdido más de un 10%. Esta caída recuerda al desplome de 1973, tras el colapso del sistema de Bretton Woods, cuando el dólar dejó de estar respaldado por el oro.
Fotografía de archivo de billetes de dólares y una moneda de real, la moneda brasileña en Sao Paulo (Brasil). EFE/Sebastião Moreira
Los expertos coinciden en que las decisiones del actual gobierno han sido un factor clave. La escalada de aranceles y la retórica agresiva hacia aliados comerciales como Japón, la Unión Europea y Canadá han deteriorado la confianza de los inversionistas en la estabilidad económica de Estados Unidos.
Además, la propuesta fiscal conocida como “One Big, Beautiful Bill”, promovida por Trump y actualmente en discusión en el Senado, ha generado nuevas alertas. El plan contempla una reducción masiva de impuestos que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, incrementaría la deuda nacional en más de 3 billones de dólares durante los próximos diez años.
La inquietud por un aumento tan agresivo del endeudamiento ha provocado una fuga de capitales desde los bonos del Tesoro hacia otros mercados considerados más estables, debilitando aún más al dólar.
El dólar pierde terreno frente al euro y otras monedas
Mientras el dólar se desplomaba, el euro ha ganado más de un 13% en lo que va del año, superando los 1,17 dólares. Esta subida ha sido impulsada por la percepción de que los riesgos económicos se concentran ahora en EE.UU., y no en Europa como se pensaba inicialmente.
Fotografía de archivo de una persona contando dólares en una máquina. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda
“Nos encontramos ante un cambio de narrativa”, explicó Francesco Pesole, estratega de ING. “Durante años, el dólar fue el activo predilecto en momentos de crisis. Hoy, la incertidumbre proviene precisamente de Washington”.
Además del euro, monedas como el franco suizo y el yen japonés también han registrado avances significativos frente al dólar. Inversionistas institucionales están diversificando sus reservas y cubriendo su exposición a la divisa estadounidense, lo que ha incrementado la presión bajista.
Andrew Balls, ejecutivo de Pimco —uno de los gestores de fondos más grandes del mundo—, comentó al Financial Times que las políticas estadounidenses recientes han tenido un “efecto sísmico” en los mercados. Aunque no cree que el dólar pierda su estatus como moneda de reserva global a corto plazo, sí advierte sobre un debilitamiento sostenido si no se recupera la confianza.
Las decisiones de la Reserva Federal y el impacto en el dólar
Otro elemento determinante en la caída del dólar ha sido la política monetaria de la Reserva Federal. Presionada por el gobierno, la Fed ha empezado a considerar una serie de recortes en las tasas de interés para estimular la economía, lo que ha restado atractivo a los activos denominados en dólares.
Según los contratos de futuros en el mercado de Chicago, los inversores prevén al menos cinco recortes de un cuarto de punto entre julio de este año y mediados de 2026. Esta expectativa ha debilitado la moneda, ya que las tasas más bajas suelen reducir el rendimiento para los tenedores de activos estadounidenses.
Aunque los recortes podrían impulsar el crecimiento interno y favorecer a las acciones en Wall Street —que han alcanzado récords históricos en las últimas semanas—, la debilidad del dólar ha generado una distorsión. Al ajustarse las rentabilidades a una misma moneda, los índices bursátiles europeos han superado a los estadounidenses en términos reales.
El contexto internacional tampoco ayuda. La guerra comercial con China sigue sin resolverse completamente y el conflicto en Medio Oriente ha generado nuevas presiones sobre los mercados globales, obligando a los inversionistas a buscar refugio en monedas alternativas como el oro, el euro o el franco suizo.
Las perspectivas para el segundo semestre no son alentadoras. Aunque algunos analistas creen que el dólar podría estabilizarse si se alcanzan acuerdos comerciales y se modera el discurso fiscal de Trump, otros advierten que la tendencia bajista podría continuar si persisten las dudas sobre la independencia de la Reserva Federal o si el Congreso aprueba medidas que aumenten aún más el déficit.
Por ahora, lo único claro es que el dólar atraviesa un momento histórico de debilidad, y el mundo observa con cautela los próximos movimientos de Washington.