La ciudad de Nueva York vive momentos de tensión en 2025, ya que cientos de migrantes están abandonando los refugios por miedo a las redadas de inmigración impulsadas por las nuevas políticas federales. Las redadas en Nueva York, intensificadas tras el cambio de administración en Washington, han generado un ambiente de incertidumbre que afecta especialmente a comunidades latinas en barrios como El Bronx, Queens y Brooklyn. La Oficina del Alcalde Eric Adams ha reconocido el impacto de estas acciones, mientras las autoridades locales luchan por mantener la calma en una ciudad históricamente conocida como un santuario para inmigrantes.
Desde finales de enero, la Immigration and Customs Enforcement (ICE) ha llevado a cabo operativos en áreas urbanas, arrestando a 39 personas en un solo día en Nueva York y Long Island, según el Departamento de Seguridad Nacional. Muchos migrantes, temiendo ser detenidos, han optado por dejar refugios como el Roosevelt Hotel en Manhattan o el Hall Street en Brooklyn, que alberga a unos 3,500 residentes. La New York City Department of Homeless Services reportó que, en las últimas semanas, la población en estos sitios ha disminuido en un 10%, con familias enteras buscando alternativas en iglesias, casas de amigos o incluso durmiendo en las calles.
Impacto en las Comunidades
El miedo no se limita a los refugios. En Jackson Heights, un vecindario de Queens con una fuerte presencia de inmigrantes ecuatorianos y colombianos, los negocios locales han notado una caída en sus ventas. La Cámara de Comercio Hispana de Nueva York informó que restaurantes y tiendas reportan hasta un 30% menos de clientes, ya que muchas familias evitan salir de casa. Padres de familia han dejado de llevar a sus hijos a la escuela por temor a ser interceptados. El Departamento de Educación de Nueva York señaló que la asistencia en escuelas con alta población migrante, como las de Distrito 24 en Queens, cayó un 5% en febrero, aunque no relaciona directamente esta baja con las redadas.
Te Recomendamos
Las políticas migratorias recientes, que eliminaron restricciones para arrestos en lugares sensibles como escuelas y hospitales, han amplificado la ansiedad. La Oficina del Alcalde emitió un memorando en febrero instruyendo a los empleados municipales a permitir el acceso de agentes federales si se sienten amenazados, una medida que ha generado críticas entre defensores de los derechos de los inmigrantes. En respuesta, el gobernador Kathy Hochul ha prometido revisar las leyes estatales para reforzar las protecciones de los inmigrantes, aunque no ha especificado plazos.
Nueva York: respuestas locales y futuro incierto
La ciudad no está de brazos cruzados. La New York Immigration Coalition, en colaboración con iglesias locales, ha abierto líneas directas para reportar actividades de la ICE, recibiendo más de 500 llamadas en un mes. En Staten Island, donde la comunidad migrante es menor pero igualmente afectada, líderes religiosos han convertido sótanos de iglesias en espacios temporales para familias que huyen de los refugios. La Arquidiócesis de Nueva York confirmó que al menos 10 parroquias están ofreciendo refugio informal, aunque la capacidad es limitada.
Mientras tanto, la administración Adams planea cerrar 13 refugios de emergencia para junio de 2025, incluyendo el de Hall Street, como parte de una estrategia para reducir costos tras una crisis migratoria que ha acogido a más de 225,000 personas desde 2022. Sin embargo, estas clausuras podrían agravar la situación para quienes ya no confían en los sitios oficiales. El Concejo Municipal ha pedido más fondos para vivienda permanente, pero el presupuesto estatal enfrenta restricciones.
A medida que Nueva York se prepara para eventos como el Maratón de Nueva York en noviembre y las festividades de fin de año, la ciudad enfrenta el desafío de equilibrar su identidad como santuario con las presiones federales. Las redadas en la ciudad han cambiado la vida diaria de miles, desde niños que extrañan la escuela hasta trabajadores que evitan las calles. La comunidad sigue buscando formas de resistir, mientras las autoridades locales y estatales trabajan bajo un reflector que no parece apagarse.