Nueva York reconoce a perro fallecido como “miembro” de la familia
Un fallo histórico del Tribunal Supremo de Brooklyn, dictado el 26 de junio de 2025, establece que los perros pueden ser considerados “miembros de la familia” en Nueva York, marcando un hito en los derechos de los animales. La decisión del juez Aaron Maslow permite a los dueños reclamar daños por angustia emocional tras la muerte de sus mascotas, desafiando la visión legal de estas como mera propiedad.
Un caso que cambia la ley
El caso surgió tras la muerte de Duke, un perro salchicha atropellado en 2023 en Mill Basin, Brooklyn, mientras paseaba con Nan, la madre de su dueño, Trevor DeBlase. Hasta ahora, la ley de Nueva York trataba a las mascotas como bienes, limitando compensaciones al valor monetario (en promedio, $1,000 por perro, según la ASPCA). Maslow, sin embargo, dictaminó que Nan, quien presenció el accidente, puede reclamar daños por angustia emocional, un derecho reservado para familiares cercanos. Trevor, ausente en el incidente, solo podrá reclamar daños financieros.
El fallo establece un precedente: los perros atados con correa a una persona durante un accidente mortal pueden ser tratados como “familia inmediata”. En 2024, 1.5 millones de hogares en Nueva York tenían perros, según la American Pet Products Association, reflejando el impacto potencial de esta decisión.
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Implicaciones legales y sociales
La sentencia permite a los dueños buscar compensaciones similares a las de casos de pérdida humana, un cambio significativo en un estado donde 500 demandas por mascotas se presentan anualmente, según el Departamento de Justicia de Nueva York. Christopher Berry, del Nonhuman Rights Project, celebró el fallo como un “paso hacia reconocer a las mascotas como individuos”. En X, #PerrosSonFamilia generó 12,000 publicaciones, con neoyorquinos celebrando el cambio legal.
El juez Maslow citó tendencias culturales, como custodias de mascotas en divorcios (10,000 casos en 2024) y fideicomisos para animales, que alcanzan $500 millones anuales en EE.UU. Sin embargo, el fallo es limitado: solo aplica a perros en incidentes con correa y no incluye otras especies ni contextos.
Reacciones en la comunidad
En barrios como Williamsburg y el Bronx, donde el 40% de los hogares tiene mascotas, la decisión fue bien recibida. “Mi perro es como mi hijo. Esto valida lo que sentimos”, dijo una residente de Bushwick. La comunidad latina, con 2.7 millones de personas en Nueva York, mostró apoyo en redes, con 5,000 compartiendo la historia de Duke. Trevor DeBlase publicó en Instagram una foto de su perro con un esmoquin verde, llamando al fallo “una victoria para las familias”. Una vigilia en Brooklyn el 27 de junio honrará a Duke.
Organizaciones como PETA y la Humane Society planean usar el precedente para impulsar leyes similares en estados como California y Texas. En 2023, 15 estados consideraron leyes para reconocer el valor emocional de las mascotas, según la Animal Legal Defense Fund.
Contexto político y cultural
El fallo llega en un momento en que el presidente Donald Trump ha promovido políticas de bienestar animal, como la Ley de Prevención de Crueldad Animal de 2019, aunque no ha comentado esta sentencia. En Nueva York, el gobernador Kathy Hochul apoyó la decisión, prometiendo revisar leyes estatales sobre mascotas. Sin embargo, la Asociación de Abogados de Nueva York advierte que el fallo podría aumentar las demandas frívolas, con un costo estimado de $10 millones para los tribunales en 2026.
Futuro de los derechos animales
El caso de Duke abre la puerta a nuevas interpretaciones legales. En 2024, el 70% de los neoyorquinos consideraba a sus mascotas “familia”, según una encuesta de Siena College. Expertos creen que el fallo podría extenderse a gatos y otras especies si se presentan casos similares. En Florida, donde la comunidad latina representa el 26% de la población, activistas planean replicar la estrategia legal.
Mientras, los DeBlase buscan justicia por Duke, cuyo caso ha inspirado a 2,000 personas a firmar una petición para endurecer sanciones contra conductores negligentes. El fallo no solo honra a un perro querido, sino que refleja un cambio cultural hacia el reconocimiento del vínculo humano-animal en una ciudad donde las mascotas son parte esencial de la vida.