Rescate extremo: hombre quedó atrapado tres horas bajo una roca en Alaska
Un hombre de 61 años sobrevivió a una experiencia aterradora al quedar atrapado bajo una roca de más de 300 kilos durante tres horas en un arroyo helado cerca del glaciar Godwin, en Alaska. El incidente, ocurrido en una zona remota al sur de Anchorage, puso a prueba la rapidez de su esposa, la coordinación de los rescatistas y el apoyo inesperado de una empresa de turismo local que facilitó un helicóptero para llegar al lugar.
Kell Morris y su esposa, Jo Roop, decidieron hacer una caminata para evitar las multitudes durante el fin de semana festivo. La pareja, recién mudada desde Idaho a la ciudad de Seward, no imaginaba que su paseo por un sendero no transitado se convertiría en una lucha por la supervivencia.
Una caída inesperada y un golpe devastador
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Durante la caminata, Morris observó que el terreno estaba lleno de rocas inestables, algunas de hasta 450 kilos. Al intentar retroceder en una zona difícil, el terreno se deslizó bajo sus pies, haciéndolo caer desde un terraplén de aproximadamente seis metros. Cayó boca abajo en el arroyo, justo antes de ser golpeado por una enorme roca que se desprendió en lo que los rescatistas describieron como “una pequeña avalancha”.
“Todo el costado del terreno colapsó. Perdí el equilibrio y fue como si todo se volviera borroso. Sentí la roca caer sobre mi espalda”, relató Morris, quien quedó atrapado con el agua glacial corriendo por debajo de él. A pesar del golpe, otras rocas amortiguaron el impacto, impidiendo que fuera completamente aplastado.
La acción decisiva de su esposa fue clave
Durante los primeros 30 minutos, Jo Roop —una agente retirada de la Policía Estatal de Alaska— intentó liberar a su esposo por sus propios medios. Apiló piedras y trató de mover la roca sin éxito. Finalmente, se alejó del lugar en busca de señal para llamar al 911. Afortunadamente, logró captar señal tras caminar solo 274 metros y envió coordenadas GPS exactas al operador de emergencias, gracias a su experiencia en situaciones críticas.
Mientras tanto, sostuvo la cabeza de Morris fuera del agua durante horas para evitar que se ahogara debido a la posición boca abajo y al agua helada que lo rodeaba.
Una llamada que activó un rescate aéreo urgente
El rescate se tornó aún más complejo debido a la inaccesibilidad del terreno para vehículos todoterreno. Sin embargo, la suerte jugó un papel crucial. Un voluntario del Departamento de Bomberos de Bear Creek, que también trabajaba para una empresa turística que ofrece recorridos con perros de trineo, escuchó la llamada de emergencia y redirigió un helicóptero privado hacia la zona del accidente.
Gracias a esta rápida intervención, los bomberos pudieron llegar al sitio en menos de lo previsto. Saltaron del helicóptero sobre el terreno rocoso y comenzaron la operación de rescate. Para entonces, Morris ya estaba hipotérmico y apenas consciente.
Una combinación de técnica y fuerza salvó la vida del excursionista
Los rescatistas utilizaron dos bolsas de aire, comúnmente empleadas para liberar a personas atrapadas en autos, para levantar la roca. Sin embargo, no fue suficiente. Fue entonces cuando siete hombres unieron fuerzas y, con un esfuerzo coordinado, lograron empujar la piedra lo suficiente para liberar a Morris.
Posteriormente, un helicóptero de la Guardia Nacional de Alaska lo evacuó del lugar mediante una canasta de rescate. Morris fue trasladado a un hospital local, donde permaneció en observación durante dos noches. Increíblemente, no sufrió lesiones graves ni fracturas.
Reflexión tras una experiencia extrema
“Pensé que iba a perder la pierna o que no saldría de ahí con vida”, confesó Morris. Para el jefe de bomberos de Seward, Clinton Crites, el hecho de que haya salido caminando del hospital fue casi un milagro. “Esperábamos que al menos estuviera gravemente lesionado, pero no tenía ni un rasguño”, dijo.
Ahora, desde su casa en Seward, Morris asegura que su experiencia ha sido una llamada de atención. “Dios me estaba cuidando”, afirmó. Este fin de semana planean volver a salir de excursión, pero esta vez se quedarán en senderos marcados. “Vamos a dejar de ser pioneros”, concluyó entre risas.