El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, sorprendió este miércoles con una declaración que marca un posible giro en la postura estadounidense frente a la guerra entre Rusia y Ucrania: un acuerdo de paz que contemple congelar las fronteras territoriales en una posición “cercana” a la actual.
Durante un encuentro con periodistas en Washington, Vance expresó que considera esta opción como uno de los pasos finales para alcanzar una solución duradera al conflicto, que ya ha cobrado más de medio millón de vidas y ha desplazado a millones de personas dentro y fuera de Ucrania.
“Creo que todos han estado negociando de buena fe, pero ahora es momento de avanzar”, dijo. “Debemos frenar la matanza y congelar las fronteras territoriales en un punto cercano a su situación actual. Después, establecer un acuerdo diplomático a largo plazo que conduzca a una paz real”.
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Congelar las fronteras territoriales como salida negociada
La propuesta de congelar las fronteras territoriales implica que tanto Ucrania como Rusia deberían ceder parte del territorio que actualmente controlan, lo cual podría incluir regiones como Donetsk, Lugansk, Jersón o Zaporiyia, parcialmente ocupadas por tropas rusas, y otras zonas donde aún se libran combates intermitentes.
Al ser consultado sobre si esta fórmula constituye una posición oficial del gobierno de Estados Unidos, Vance precisó que se trata de una opinión personal basada en el estado actual del terreno y en lo que él considera un desenlace probable si las negociaciones avanzan.
“No dije que esa sea la propuesta oficial. Lo que digo es que, al final, las nuevas líneas se trazarán cerca de donde están ahora”, explicó. “Eso implicará intercambios territoriales. No puedo definir las fronteras exactas, pero lo importante es detener la violencia”.

Fotografía de archivo fechada el 21 de abril de 2022 que muestra al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante la rueda de prensa en Kiev (Ucrania). EFE/ Miguel Gutiérrez
Congelar las fronteras territoriales: una idea polémica
La idea de congelar las fronteras territoriales no es nueva, pero ha sido históricamente rechazada por el gobierno ucraniano. El presidente Volodímir Zelenski ha insistido en que no aceptará ninguna solución que implique la pérdida definitiva de territorio, especialmente Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Del lado ruso, sin embargo, el presidente Vladimir Putin ha dado señales de apertura a negociaciones directas. El 17 de abril, durante un encuentro con el emir de Qatar en el Kremlin, Putin declaró estar dispuesto a conversar, aunque no mencionó condiciones específicas sobre las fronteras.
“Estamos abiertos a un diálogo serio, siempre que se reconozcan las realidades territoriales”, dijo entonces. Esta frase ha sido interpretada por analistas como una manera de exigir el reconocimiento internacional de los territorios ocupados por Moscú.
Según reportes de inteligencia de la Unión Europea, Rusia estaría buscando un acuerdo que le permita consolidar su control sobre las regiones ya ocupadas sin seguir avanzando hacia el oeste de Ucrania, en parte debido al alto costo humano y económico de la guerra.
Los militares ucranianos reparan un tanque que fue evacuado del territorio ruso a la región de Sumy, no lejos de la frontera entre Ucrania y Rusia. EFE/EPA/Nikoletta Stoyanova
Estados Unidos, Europa y la opción de congelar las fronteras territoriales
En el contexto internacional, la propuesta de congelar las fronteras territoriales divide opiniones. Mientras algunos aliados de la OTAN presionan por mantener el apoyo militar a Ucrania hasta recuperar todo su territorio, otros países —incluidos sectores dentro del Congreso estadounidense— ven con buenos ojos una solución negociada que ponga fin al conflicto, aunque implique concesiones territoriales.
El secretario de Estado, Marco Rubio, ya había adelantado esta postura semanas atrás, al advertir que si no se lograban avances sustantivos, Estados Unidos tendría que reconsiderar su estrategia para evitar una guerra indefinida sin salida política clara.
Desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, la guerra ha tensado no solo las relaciones entre Rusia y Occidente, sino también la cohesión interna de la OTAN, la economía global, y el acceso a recursos clave como el grano ucraniano, vital para países en desarrollo.