Rusia lanzó en agosto de 2024 la “Visa de Valores Compartidos”, conocida como “visa antiwoke”, un programa que ha generado 7.8 millones de interacciones en redes sociales por atraer a extranjeros que rechazan las políticas progresistas de sus países. Por lo tanto, esta iniciativa, firmada por el presidente Vladimir Putin, permite a ciudadanos de Occidente obtener residencia temporal sin requisitos de idioma o conocimiento cultural. En consecuencia, Rusia busca proyectar una imagen de refugio conservador frente a un “Occidente decadente”. Sin embargo, expertos señalan que la visa también responde a problemas demográficos y es parte de una estrategia de propaganda, según la analista Katharina Bluhm.
Origen y propósito de la visa
El decreto de Putin establece que la visa ofrece “asistencia humanitaria” a quienes comparten los “valores espirituales y morales” de Rusia, como el conservadurismo en temas de familia, religión y género. Por su parte, ciudadanos de EE.UU., Europa, Australia y Japón pueden solicitarla declarando su rechazo a políticas “neoliberales” de sus países. En consecuencia, la visa, válida por tres años y renovable, no exige pruebas de idioma o cultura, facilitando la migración. Además, hasta mayo de 2025, 1,156 personas, principalmente alemanes (224), la han solicitado, según el Ministerio del Interior ruso.
Propaganda y narrativa conservadora
La “visa antiwoke” se promociona a través de redes sociales, donde emigrantes como el australiano Russell, con 43,000 visitas en su canal de YouTube “Viajando con Russell”, elogian la vida en Rusia. Por lo tanto, estos contenidos, a menudo respaldados por medios estatales como RT, critican el “wokismo” occidental y exaltan los valores tradicionales rusos. Sin embargo, la revista Important Stories reveló en marzo que RT financia canales como “Camino ruso” para amplificar estas narrativas. En consecuencia, Rusia busca atraer a extranjeros de derecha mientras refuerza el orgullo nacional, según Bluhm, de la Universidad Libre de Berlín.
Te Recomendamos
Respuesta a la crisis demográfica
Rusia enfrenta un declive poblacional, con una tasa de natalidad de 1.4 hijos por mujer y una pérdida de 1.2 millones de habitantes entre 2020 y 2024, según Rosstat. Por su parte, la guerra en Ucrania ha acelerado la emigración de jóvenes, con 900,000 abandonando el país desde 2022, según el Instituto de Estudios Económicos. En consecuencia, familias como los Feenstra, canadienses con ocho hijos que migraron en 2024, son ideales para Rusia, que ofrece subsidios, bajos impuestos y educación gratuita. Además, Arend Feenstra destacó en Telegram que Rusia es “segura para familias cristianas tradicionales”.
Implicaciones políticas y globales
La visa proyecta a Rusia como un bastión conservador frente al “globalismo” occidental, según el Ministerio de Exteriores ruso. Por lo tanto, el mensaje a su población es que extranjeros eligen Rusia por su rechazo al “wokismo”, mientras se invita a conservadores de Occidente a migrar. Sin embargo, Bluhm advierte que la visa es una “política simbólica” para reforzar la propaganda interna y externa. En consecuencia, casos como el de los Feenstra, ampliamente publicitados, buscan contrarrestar la narrativa de aislamiento internacional de Rusia tras sanciones que redujeron sus exportaciones en un 28% desde 2022, según el Banco Mundial.
Críticas y limitaciones
Pese a todo, la “visa antiwoke” no resolverá la crisis demográfica rusa, ya que las 1,156 solicitudes hasta mayo representan menos del 0.01% de la población. Por su parte, críticos en Occidente, como el think tank Atlantic Council, consideran la visa una herramienta de desinformación para atraer a ultraconservadores y desestabilizar democracias. En consecuencia, países como Alemania han advertido a sus ciudadanos sobre los riesgos de emigrar a Rusia, donde las libertades civiles son limitadas, con un índice de libertad de prensa de 35/100 según Reporteros Sin Fronteras. Además, la falta de transparencia en el proceso de selección genera dudas sobre los verdaderos beneficiarios de la visa.