En los últimos años, el método cold brew (infusión en frío) ha ganado popularidad, especialmente en el mundo del café. Pero lo que muchas personas aún no saben es que este método también es ideal para preparar infusiones herbales. Más allá de una moda, es una técnica ancestral que nos permite disfrutar de los beneficios de las plantas de una forma suave, refrescante y cargada de propiedades medicinales.
¿Por qué elegir el cold brew?
El método de infusión en frío consiste en dejar las hierbas en remojo en agua fría durante varias horas, generalmente entre 8 y 24 horas, dependiendo de los ingredientes. A diferencia de las infusiones calientes, que utilizan altas temperaturas para extraer rápidamente los compuestos de las plantas, el cold brew realiza esta extracción lentamente, preservando muchas de las propiedades más delicadas y evitando sabores amargos o demasiado intensos.
Este método es ideal para los meses cálidos, ya que da como resultado bebidas suaves, equilibradas y naturalmente refrescantes. No solo hidratan, sino que también nutren, calman el sistema nervioso y favorecen la digestión, dependiendo de las hierbas utilizadas.
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Beneficios del cold brew en infusiones herbales
El agua fría extrae menos taninos y compuestos amargos, lo que da como resultado una bebida con un perfil de sabor más suave, dulce y floral. Esto es especialmente útil con hierbas intensas como la manzanilla, la menta o el hinojo.
Un análisis encontró que, para el té negro y verde, aunque el cold brew contiene menos polifenoles que el hot brew, su capacidad de eliminar radicales DPPH fue casi equivalente.
Algunos nutrientes sensibles al calor (como ciertas vitaminas o enzimas presentes en las plantas) se conservan mejor en frío.
A diferencia de algunas infusiones calientes, que pueden resultar ácidas o agresivas para personas con sensibilidad digestiva, las infusiones en frío suelen ser más tolerables y amigables con el estómago.
¿Cómo preparar una infusión herbal en frío?
La belleza del cold brew es su simplicidad. Aquí tienes una guía básica para comenzar:
Ingredientes:
1 litro de agua filtrada o mineral a temperatura ambiente o fría
2 a 3 cucharadas de hierbas secas o una buena cantidad de hierbas frescas
Proceso:
Elige tus hierbas. Puedes usar mezclas listas o crear la tuya inspirada en los sabores que más te gusten. Algunas combinaciones clásicas:
- Cardamomo + pétalos de rosa + jengibre seco o fresco + tulsi
- Menta + manzanilla + semillas de hinojo
- Flores de Jamaica + rosa mosqueta + lavanda
- Cardamomo + pétalos de rosa + anís estrella
- Hojas de frambuesa + hojas de ortiga + flor de caléndula
- Hojas de té negro + canela en rama + cardamomo + clavo de olor + semillas de hinojo
- Hierba luisa + menta + cedrón + cáscara de limón amarillo
- Si usas canela en rama o semillas como hinojo o cardamomo, machácalas ligeramente en un mortero para liberar sus aceites esenciales.
Coloca las hierbas y/o semillas en un frasco grande de vidrio. Te recomiendo usar un frasco grande; si tienes de dos o tres litros, mejor, así tendrás una bebida refrescante y medicinal siempre a mano y lista para reemplazar sodas o bebidas azucaradas que no son nada buenas para ti.
Agrega el agua fría. Cierra el frasco y agita bien para mezclar todo.
Coloca el frasco en el refrigerador durante al menos 8 horas. Para sabores más intensos, déjalo 12 o hasta 24 horas.
Cuela tu infusión y sírvela con hielo, rodajas de cítricos o incluso unas hojas frescas de menta o toronjil según la combinación de sabores que hayas elegido para tu infusión.