Hace un tiempo decidí dejar de hacerme iluminaciones para cubrir mis canas. En vez de eso, elegí abrazarlas y disfrutar el paso del tiempo en mi cuerpo.
Después de todo, tenemos que ser coherentes con nuestras elecciones: llevar una vida saludable no se trata solo de lo que ponemos en nuestra boca, sino también de lo que ponemos en nuestro cuerpo, porque al final, todo llega a nuestro torrente sanguíneo.
¡Ese shampoo que te deja el pelo brillante!
No todo lo que brilla es sinónimo de salud cuando hablamos del cuidado del cabello. Muchos shampoos convencionales están formulados para cumplir principalmente dos funciones: eliminar la grasa y dejar el cabello con una apariencia suave y brillante. Sin embargo, esa apariencia estética no garantiza que el pelo esté realmente sano. De hecho, numerosos ingredientes en estos productos actúan recubriendo la hebra capilar con una capa sintética que brinda un efecto sedoso y luminoso al instante, pero que a largo plazo puede impedir que el cabello respire y se nutra adecuadamente.
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Uno de los ingredientes más comunes que generan este efecto es la dimeticona, una silicona muy utilizada en la industria cosmética por su capacidad para dar brillo y suavidad inmediatos. Pero este brillo es meramente superficial, ya que la dimeticona no hidrata ni repara la estructura capilar; simplemente la recubre, creando una barrera artificial. Es un brillo falso.
El problema es que, con el uso frecuente, esta película de dimeticona y otras siliconas similares se acumula en el cuero cabelludo y las hebras del cabello, dificultando la oxigenación y el equilibrio natural del cuero cabelludo. Esta acumulación puede derivar en resequedad, picazón, irritación e incluso caspa, además de provocar una falsa sensación de bienestar capilar que depende exclusivamente de la presencia de esta capa sintética.
Ese aroma «rico» que no es tan inofensivo
Uno de los ingredientes más comunes –y peligrosamente invisibles– en los productos para el cabello (y también para la piel) es la famosa “fragancia” o fragrance. Suena inocente, ¿verdad? Pero detrás de esa palabra se esconde una mezcla de químicos sintéticos que las compañías no están obligadas a revelar. Básicamente, es una fórmula secreta que puede incluir decenas o incluso cientos de compuestos, entre ellos los ftalatos y almizcles sintéticos, que han sido relacionados con alteraciones hormonales, problemas respiratorios, sensibilidad en la piel y hasta impactos en la fertilidad.
El gran problema es que nadie cuestiona la fragancia, porque forma parte del marketing emocional de estas marcas. A todos nos gusta oler bien, y el olor de un shampoo que “huele rico” genera una conexión emocional: te hace sentir limpio, atractivo y hasta más seguro. ¿Quién no quiere que le digan que su pelo huele delicioso? Pero esa “delicia” artificial tiene un costo.
Además, saca la cuenta de cuántas fragancias “naturales” pones en tu cuerpo todos los días: shampoo, reacondicionador, jabón, crema hidratante, maquillaje, jabón de manos, el gel para el baño de tina, la colonia de marca, el desmaquillante, la crema para las arrugas, y ¿qué hay de los productos de limpieza para tu casa?, ¿la velita que prendes para que la casa huela rico? ¿Llegas a ver la figura completa? Llevamos años expuestos a estos químicos, que entran a través de nuestra piel, de nuestros pulmones, afectando directamente nuestro sistema endocrino.
Además, según estudios como el publicado en Journal of Xenobiotics (2023), los ingredientes de fragancias sintéticas pueden liberar compuestos volátiles (VOCs) en ambientes cerrados como el baño, afectando la calidad del aire y, por supuesto, aumentando el riesgo de enfermedades hormonales y respiratorias. Es decir, cuando te bañas, el vapor de la ducha amplifica aún más el efecto tóxico de todos esos ingredientes.
La espuma que “limpia”
La espumita que te da esa sensación de limpieza “profunda”, en realidad está arrasando con todo, incluso con los aceites naturales que tu cuero cabelludo necesita para estar sano. Ingredientes como el sodium lauryl sulfate (SLS) o el sodium laureth sulfate (SLES) son tan agresivos que no distinguen entre la grasa que sobra y la que tu cuerpo produce para protegerte. Y cuando el cuero cabelludo se queda sin esa protección natural, se altera su equilibrio, se reseca, se irrita, y muchas veces empieza a producir más grasa como mecanismo de defensa, lo que te lleva a lavarte el pelo cada vez más seguido. Y como si fuera poco, también le agregan conservantes como parabenos o liberadores de formaldehído.
La salud del pelo no se consigue con más espuma ni con productos que huelen “rico” a costa de tu salud. El verdadero cuidado empieza desde adentro, con buena alimentación, y desde afuera con productos naturales que no interfieran con lo que tu cuerpo ya sabe hacer.
Empecemos con una receta casera sencilla
¿Recuerdas la receta de tu abuelita que incluía huevo y palta como máscara hidratante para tu pelo? Pues eso es sabiduría ancestral. Pero no quiero complicarte la vida con mascarillas que tomen mucho tiempo; empecemos con algo fácil y rápido de hacer en casa. Este gel de linaza es increíble: proporciona una hidratación profunda, elimina el frizz y, si tienes el cabello rizado, define los rizos de forma hermosa. Combinado con aceite de romero y aceite de ricino, estimula la circulación, fortalece el cabello y promueve su crecimiento. ¡Y además huele delicioso!
¿Te animas a probarlo?
Ingredientes
1/2 taza de semillas de linaza
2 tazas de agua
9 gotas de aceite esencial de romero
1/4 a 1/2 cucharadita de aceite de ricino (castor oil)
Instrucciones:
- En una olla pequeña, mezcla las semillas de linaza con el agua. Lleva a ebullición a fuego medio.
- Apenas la mezcla comience a espesar y adquiera una consistencia gelatinosa, apaga el fuego.
- Mientras aún está caliente, cuela el gel con un colador fino. Tip: Guarda las semillas sobrantes para hacer crackers de linaza.
- Permite que el gel se enfríe a temperatura ambiente.
- Una vez frío, añade el aceite de romero y el aceite de ricino. Mezcla bien hasta integrar.
- Transfiere el gel a un frasco de vidrio limpio con tapa. Refrigéralo. Se conserva por aproximadamente 1 mes (y a veces incluso más).
- Aplica una pequeña cantidad sobre el cabello húmedo o seco.