Este verano, para muchos estadounidenses —especialmente para la comunidad latina— no será igual que antes. Desde que Donald Trump inició su segundo mandato, ha endurecido su política comercial con una medida que ya causa efectos inmediatos: los aranceles de Trump. El presidente impuso una tarifa general del 10 % sobre todas las importaciones y ha amenazado con más gravámenes, lo que ha disparado el costo de productos básicos y no tan básicos, desde ropa hasta flores decorativas, generando un freno en los hábitos de consumo.
La preocupación es creciente. En palabras de Raina Becker, escritora y editora independiente en Nueva York, los precios se han vuelto “irracionalmente altos”. Planeaba comprarse ropa de verano, pero canceló su intención al ver cómo los costos se elevaron con los nuevos aranceles. “No puedo hacerlo de buena voluntad, porque no puedo permitirme gastar mi dinero en eso”, expresó.
Este es solo uno de los tantos testimonios que reflejan el impacto de los aranceles de Trump en la vida cotidiana. El panorama actual no se parece en nada al de otros veranos: se trata de una temporada más cautelosa, en la que la población ha reducido gastos para poder sostener lo básico.
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Aranceles de Trump: La moda, los autos y las vacaciones, entre las compras más afectadas
La industria textil ha sido una de las más golpeadas por las políticas de Trump. Gran parte de la ropa, calzado y accesorios que se venden en Estados Unidos provienen de países como China, Vietnam o India. Los nuevos aranceles no solo elevan los precios para el consumidor, sino que además complican las operaciones logísticas de los proveedores.

Imagen de archivo de contenedores en el puerto de Oakland, California, EE. UU., EFE/EPA/John G. Mabanglo
Mei Wu, una creadora de contenido que reside en Los Ángeles, quería comprarse un vestido australiano de 170 dólares para su fiesta de cumpleaños. Sin embargo, al verificar que se le sumarían 277.95 dólares por aranceles, optó por no adquirirlo. “Nos merecemos poder comprar donde queramos sin que nos castiguen por ello”, comentó, señalando que aunque se trate de un “problema del primer mundo”, no deja de afectar su bienestar.
Según un reciente informe de la consultora KPMG, el 50 % de los consumidores en EE. UU. está recortando sus compras debido a los aranceles, mientras que otro 49 % está en la búsqueda constante de descuentos u ofertas. Cuando se les preguntó sobre sus planes para este verano, muchos confirmaron que seguirán viajando, pero reducirán todos los demás gastos.
“Estamos viendo una temporada de viajes más selectiva y consciente de los costos. Las vacaciones siguen en el presupuesto, pero todo lo demás está en vilo”, detalló Duleep Rodrigo, jefe de la división de comercio minorista de KPMG.
Los aranceles de Trump han provocado incluso volatilidad en el mercado bursátil y han encendido las alarmas en sectores económicos estratégicos. En particular, la industria automotriz está en alerta. Patrice LaBelle Lester, residente de San Antonio, planeaba comprar un auto nuevo este verano, pero ahora lo ha pospuesto. “Sé que Trump dijo que solo dará una rebaja de impuestos a quienes compren autos fabricados en EE. UU., pero es difícil apoyar eso en este clima político”, sostuvo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla durante el anuncio de sus aranceles, en la Casa Blanca, Washington. EFE/Kent Nishimura/Pool
Los aranceles de Trump también afectan eventos personales y emprendimientos latinos
El impacto de los aranceles de Trump no se limita a compras puntuales o viajes. Patrice también está organizando una ceremonia para renovar sus votos matrimoniales en octubre. Su plan era encargar flores artificiales desde China por un costo de 300 dólares, pero al incluir los aranceles, el precio se disparó hasta alcanzar los 1,700 dólares. Finalmente, encontró un proveedor dispuesto a asumir parte del costo, aunque ahora debe esperar más tiempo para recibir el pedido, ya que no se enviará por avión, sino por barco.
Casos como el suyo se repiten en emprendedores latinos de todo el país, especialmente aquellos que trabajan con productos importados para sus negocios. Desde salones de eventos hasta tiendas de moda, muchos se ven obligados a reestructurar sus presupuestos, postergar compras o directamente cancelar pedidos.
A todo esto se suma la incertidumbre jurídica. Las políticas comerciales de Trump enfrentan demandas legales y cuestionamientos constitucionales. Un tribunal federal de apelaciones suspendió temporalmente la decisión de un panel de jueces que bloqueaba algunos de los gravámenes del presidente. Mientras tanto, los consumidores deben lidiar con los precios altos y la confusión sobre si estas medidas seguirán vigentes.
Mientras el panorama se aclara, muchos estadounidenses —en especial latinos— intentan conservar algo del espíritu del verano, aún con presupuestos limitados. Ya no se trata de si se viaja o no, sino de cuánto se gasta en cada detalle: una cena en familia, una salida a la playa o un vestido para una celebración.
Con estas condiciones, los aranceles de Trump no solo están moldeando la economía global, sino también el día a día de millones de personas que se ven obligadas a repensar sus prioridades, aplazar compras importantes y encontrar nuevas estrategias para sobrevivir a una temporada que se suponía ligera, pero que llega con el peso de un nuevo modelo económico.