Washington endurece aranceles al acero en defensa del empleo local
La administración del presidente Donald Trump anunció un nuevo aumento a los aranceles aplicados al acero importado, que pasarán del 25% al 50% a partir del 4 de junio. La medida también impactará al aluminio y forma parte de una estrategia más amplia para fortalecer la industria nacional y proteger los empleos en el sector.
El anuncio llega después de que una Corte de Apelaciones levantara el bloqueo que impedía aplicar parte de la política arancelaria del país. Esta decisión ha abierto el camino a una postura comercial más agresiva por parte de Washington frente a las importaciones, particularmente en sectores clave como el siderúrgico.
Prioridad nacional: proteger empleos y seguridad industrial
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Según explicó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, la decisión responde a intereses de seguridad nacional. “Contar con una industria siderúrgica fuerte es una prioridad para la defensa de Estados Unidos”, afirmó durante una entrevista televisiva este domingo.
La industria del acero ha sido señalada por la administración de Trump como un sector estratégico, tanto por su valor económico como por su papel en infraestructura y defensa. En ese contexto, los nuevos aranceles buscan reducir la dependencia de proveedores extranjeros y fortalecer la producción interna.
Petición directa de ejecutivos del acero impulsó el aumento
El presidente Trump aseguró que el nuevo porcentaje fue recomendado por los propios líderes del sector. “Consideré inicialmente establecer los aranceles en un 40%, pero los ejecutivos de la industria me pidieron que los subiera al 50%”, reveló en un evento en Pensilvania.
La solicitud de los empresarios refleja la presión que enfrenta el sector ante la competencia internacional, especialmente de países como China, India y Brasil, que han incrementado sus exportaciones de acero a precios más bajos.
Impacto en la construcción y precios en el mercado interno
Aunque la medida ha sido bien recibida por los productores de acero, genera incertidumbre en sectores como la construcción, que dependen de insumos metálicos para obras públicas y privadas. “Aún no está claro cómo los aranceles, que probablemente provocarán un aumento de los precios del acero, afectarán a la industria de la construcción”, admitió Bessent.
La construcción en Estados Unidos, que abarca desde desarrollos residenciales hasta grandes proyectos de infraestructura, podría ver afectada su rentabilidad si los costos de materiales básicos se elevan sustancialmente.
Nueva política comercial incluye “aranceles recíprocos”
Además del incremento al acero, la Casa Blanca detalló que su política arancelaria contempla una proporción variable de gravámenes para otros productos importados. Esta estrategia, congelada hasta julio para dar espacio a negociaciones bilaterales, se basa en la relación comercial entre Estados Unidos y cada país socio.
La medida, denominada por el gobierno como “aranceles recíprocos”, busca equilibrar los flujos comerciales tomando en cuenta los déficits comerciales acumulados y el volumen de importaciones y exportaciones. Según la Casa Blanca, se trata de una forma de exigir un trato más justo para los productores estadounidenses.
Reacciones divididas entre sectores productivos
Mientras la industria siderúrgica celebra la medida como un paso necesario para proteger su supervivencia, otras voces dentro del empresariado alertan sobre un posible efecto en cadena. Las constructoras, fabricantes de maquinaria y empresas automotrices podrían enfrentar mayores costos, con un eventual traslado al precio final de los productos.
No obstante, el presidente Trump reiteró que su prioridad es garantizar el empleo nacional. “No podemos permitir que nuestra industria colapse por culpa de prácticas desleales en el comercio internacional”, declaró al presentar el nuevo esquema arancelario.
Cambio significativo frente a política arancelaria previa
El incremento al 50% marca un giro relevante respecto a la política comercial aplicada desde 2018, cuando se impuso un arancel inicial del 25% al acero y del 10% al aluminio bajo el argumento de seguridad nacional. Estas medidas, aunque cuestionadas por algunos socios comerciales, fueron defendidas por el gobierno estadounidense como necesarias para preservar su autonomía industrial.
El nuevo impulso arancelario se produce además en un contexto electoral, donde la defensa del empleo y la industria local se han convertido en temas centrales para la campaña presidencial de Trump. Según sus declaraciones, el objetivo es claro: “Estados Unidos debe fabricar su propio acero, y lo haremos, sin depender de nadie”.