Según un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la prevalencia del autismo en niños de 8 años en Estados Unidos ha aumentado a 1 de cada 31, en comparación con 1 de cada 36 en 2020. Este incremento se atribuye a una mayor conciencia, mejores métodos de detección y criterios diagnósticos más amplios. Además, se observa una mayor identificación en comunidades históricamente desatendidas, como niños afroamericanos, indígenas y asiático-americanos.
Robert F. Kennedy Jr. y su postura sobre el autismo
Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud de EE. UU., ha calificado al autismo como una «epidemia que eclipsa la de la COVID-19», sugiriendo que factores ambientales, como toxinas en el aire, agua, alimentos y medicamentos, podrían ser responsables del aumento de casos. Esta declaración ha generado controversia, ya que contradice el consenso científico que vincula el autismo con factores genéticos y no con las vacunas. Kennedy ha anunciado una investigación para identificar posibles toxinas ambientales asociadas al autismo, utilizando inteligencia artificial y protocolos científicos avanzados.
El secretario de Salud del Gobierno de Donald Trump, Robert F. Kennedy Jr., participa en un acto, este 18 de abril de 2025, en la Casa Blanca. EFE/Will Oliver/Pool
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La respuesta de la comunidad científica y organizaciones de salud
Expertos en salud pública y organizaciones como la Sociedad Americana de Autismo han expresado su preocupación por las declaraciones de Kennedy. Kristyn Roth, portavoz de la sociedad, afirmó que etiquetar al autismo como una «epidemia» deshumaniza a las personas autistas y perpetúa estigmas. Además, estudios han demostrado que las vacunas no están relacionadas con el autismo, y promover esta idea puede aumentar la renuencia a la vacunación y poner en riesgo la salud pública.
La importancia de la detección temprana y la intervención
La detección temprana es crucial para proporcionar intervenciones que mejoren el desarrollo de los niños afectados. Los CDC informan que la edad media de diagnóstico es de 47 meses, y aproximadamente la mitad de los niños con autismo son evaluados a los 3 años. Sin embargo, persisten disparidades en el acceso a servicios, especialmente en comunidades de bajos ingresos y minoritarias.

La entrada al campus principal de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. en Atlanta, Georgia, EE. UU., 16 de agosto de 2024. EFE/EPA/Erik S Lasser
El debate sobre los factores causales
Aunque la mayoría de los estudios científicos respaldan la teoría de que el autismo tiene una base genética, algunos investigadores exploran posibles factores ambientales que podrían influir en su desarrollo. Sin embargo, la hipótesis de que las vacunas causan autismo ha sido ampliamente desacreditada por la comunidad científica. El enfoque actual se centra en comprender mejor los factores genéticos y ambientales que contribuyen al autismo para mejorar la detección y el apoyo a las personas afectadas.
Un enfoque basado en la evidencia
Es fundamental basar las políticas de salud pública en la evidencia científica disponible. Promover teorías no respaldadas por la ciencia puede tener consecuencias negativas, como la disminución de las tasas de vacunación y el aumento de la desinformación. El autismo es una condición compleja que requiere un enfoque integral que incluya la detección temprana, el acceso a servicios adecuados y la eliminación de estigmas asociados.