Un preocupante brote de sarampión ha encendido las alarmas en Estados Unidos, superando los 1,000 casos confirmados hasta este 9 de mayo, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Este es el segundo peor brote registrado en el país desde que la enfermedad fue declarada eliminada en el año 2000, con un total de 1,002 infectados reportados hasta el viernes. La mayoría de los casos, más de 800, se concentran en el oeste de Texas, con un impacto que se extiende a estados vecinos como Nuevo México, Oklahoma y posiblemente Kansas, donde las autoridades locales siguen investigando nuevos reportes.
El brote comenzó a finales de enero en el condado de Gaines, Texas, y desde entonces ha crecido rápidamente. El Departamento de Servicios de Salud del Estado de Texas (DSHS) informó que 92 pacientes han sido hospitalizados y se han registrado tres fallecimientos, incluyendo dos niños en edad escolar. La situación ha generado una alerta sanitaria a nivel nacional, especialmente porque el 96% de los casos corresponden a personas no vacunadas o con estado de vacunación desconocido, lo que resalta la importancia de la inmunización para contener la propagación de esta enfermedad altamente contagiosa.
Una crisis que se expande en el oeste de Texas
El epicentro del brote de sarampión se encuentra en el oeste de Texas, donde el DSHS reportó 709 casos hasta el viernes, de los cuales menos de 10 permanecen activos. La rápida propagación ha sido atribuida a la baja cobertura de vacunación en ciertas comunidades, un problema que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ya había advertido en octubre de 2024, señalando que la cobertura regional para la primera dosis de la vacuna MMR (sarampión, rubéola y paperas) estaba en un 87%, por debajo del 95% recomendado para prevenir brotes. En Texas, 30 de los casos confirmados corresponden a personas vacunadas, mientras que el resto no había recibido la inmunización.
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Las autoridades han identificado 14 brotes relacionados en lo que va del año, definidos como tres o más casos vinculados, con un 93% de los infectados asociados a estos eventos. Además de Texas, otros estados como Ohio, con más de 30 casos, y Montana y Michigan han reportado brotes menores. La situación ha llevado a las autoridades de salud a intensificar campañas de vacunación y vigilancia epidemiológica, especialmente en comunidades con altas tasas de personas no vacunadas, donde el virus encuentra terreno fértil para propagarse.
Sarampión: Impacto y medidas de contención
El impacto del brote de sarampión ha sido significativo, con un 13% de los casos requiriendo hospitalización, lo que pone presión sobre los sistemas de salud locales. Los tres fallecimientos registrados hasta ahora igualan el total de muertes por sarampión en las últimas dos décadas en Estados Unidos, según el CDC. Este dato subraya la gravedad de la enfermedad, que puede causar complicaciones como neumonía y meningoencefalitis, especialmente en niños menores de cinco años y adultos mayores de 20, quienes enfrentan mayor riesgo de complicaciones severas.
Las autoridades de salud han implementado medidas urgentes para contener la propagación, incluyendo clínicas de vacunación masivas en las áreas afectadas y campañas de concientización para promover la importancia de la inmunización. El CDC ha instado a los viajeros a vacunarse antes de visitar regiones con transmisión documentada, mientras que en Texas se han establecido protocolos para rastrear contactos y aislar casos sospechosos. A pesar de los esfuerzos, el aumento de casos en las últimas semanas sugiere que el brote podría seguir creciendo, lo que mantiene a las autoridades en alerta máxima.
Este brote de sarampión ocurre en un contexto global donde la enfermedad sigue siendo una amenaza, con más de 502,000 casos sospechosos reportados en 2024 en 182 países, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En las Américas, aunque la región fue declarada libre de sarampión endémico en 2024 tras la reverificación de Brasil, los casos importados y la baja vacunación siguen siendo un riesgo latente. Mientras el brote continúa, la prioridad es proteger a las comunidades más vulnerables, marcando un desafío urgente para la salud pública en 2025.